jueves, 25 de octubre de 2012

Capítulo 18: En llamas

BERENICE

CAPITULO 18: EN LLAMAS


GUAYMAS, SONORA


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

En la tercera planta del centro sanitario, en la habitación donde está ingresada Lorena tras su fallido intento de suicidio, Diana y su hijo Álvaro conversan con la joven. La chica se encuentra muy débil pues ha perdido mucha sangre pero ha logrado sobrevivir. Lorena, en cama y con camisón de hospital, lleva las muñecas vendadas. A ambos lados de su lecho su madre y su hermano platican con ella.



Diana: ¿Por qué lo hiciste hija? ¿Por qué?

Álvaro: Mamá, creo que deberíamos buscar ayuda. Lorena no está bien…

Lorena: ¡Yo estoy perfectamente! Sólo me quería morir y ustedes no me dejaron.

Diana: Te has vuelto loca hija, tu hermano tiene razón. En cuanto salgas de aquí te voy a llevar a un psicólogo para que vuelvas a ser la misma de antes.

Lorena: ¡No quiero loqueros! Te he dicho que no voy a ir a ninguna parte.

Diana: ¿Se puede saber por qué fuiste capaz de cometer una locura como esta? ¿Pero en qué diablos estabas pensando?

Álvaro: ¿Acaso y que no pensaste en mamá, en mí? ¿En lo que podríamos sufrir si te llegaba a pasar algo? ¡Eres una egoísta!

Lorena: ¡Cállate y sal de mi cuarto de una vez! Quiero hablar a solas con mi mamá.

Diana: Hijo, por favor… (Indicándole con la mano que se marche)

El joven sale de la habitación, cerrando la puerta tras de sí con rabia y enojado con su hermana. Mientras, Lorena y su madre prosiguen la conversación.

Lorena: Juan me rechazó, mamá, se atrevió a humillarme, a despreciarme como si fuera un perro viejo. (Se le saltan las lágrimas)

Diana: ¿Qué? ¿Y por ese naco ibas a atentar contra tu propia vida? ¡Lorena estás peor de lo que yo pensaba hija!

Lorena: ¡Bueno ya está bien de regañarme! No soy una niña chica ya.

Diana: Pues te comportas como si lo fueras. Vamos hombre, lo que me faltaba, ahora resulta que Juan es el culpable de nuestra desgracia. Pero esto no se va a quedar así, vaya que no… (Furiosa)

Lorena: ¿Qué.. qué vas a hacer? (Nerviosa)

Diana: Voy a acabar con ese miserable de una vez por todas, te lo prometo. Esto lo va pagar muy caro. A nadie le permito que desprecie a mis hijos.

Lorena: No, mamá, por favor, no, te lo ruego. Yo amo a Juan, se que se comportó comO un patán pero…

Diana: ¡Pero nada! Te he dicho que ese muerto de hambre me va a oir… ¡Y vaya que si me va a oir!

La villana sale de la habitación sin despedirse de Lorena, dando un fuerte portazo. En el pasillo se encuentra con su hijo, Álvaro.

Álvaro: ¿Qué pasa, mamá?

Diana: ¡Nada, no me pasa nada! Hazme el favor y llama a este psicólogo (dándole una tarjeta), pide cita para tu hermana la semana que viene. Yo me voy ahorita para la hacienda.

Álvaro: ¿A la hacienda? ¿Y para qué? ¿No decías que Berenice y ustedes estaban peleadas?

Diana: No voy a ver a esa estúpida voy a ajustar cuentas con Juan. (Se marcha)

Álvaro: ¡Pero mamá, espera! ¿Qué ocurre?

El chico se queda mirando a su madre mientras Diana se aleja a toda prisa por el pasillo. Álvaro no entiende nada.


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En la recámara de Berenice, la morena y su novio, Juan, conversan. La joven todavía se encuentra recostada aunque ya se siente mejor después del mareo sufrido al conocer la noticia del intento de suicidio de Lorena. Juan, sentado en la cama, charla con ella.



Juan: ¿Te sientes mejor ya, mi amor? (Sonríe, acariciándole la mejilla)

Berenice: Sí, Juan, no es nada…ya pasó. Fue sólo un mareo.

Juan: Me preocupé mucho, fue todo tan repentino. ¿Qué fue lo que dijeron por teléfono? ¿Qué quería Jéssica?

Berenice: Ay, mi amor…

Juan: ¿Qué pasa, cariño?

Berenice: Lorena intentó quitarse la vida.

Juan: ¿Qué? (Levantándose de la cama)

Berenice: Lo que oyes, mi hermana se intentó suicidar. Eso era lo que me estaba contando Yessi.

Juan: No, no puede ser… ¿Pero… y está bien? ¿Murió? (Sorprendido)

Berenice: No lo sé, no tengo ni idea, tal vez la ingresaron en el hospital de Guaymas y…

Juan: Ahora mismo voy para allá…

Berenice: ¿Cómo que vas para allá? ¿Y yo qué?

Juan: Berenice, por favor, no empieces con tus celos que no es el momento.

Berenice: No son celos, es que no lo entiendes. No quiero que tengas nada que ver con ella.

Juan: Pero y si…

Berenice: Ahora mismo voy a llamar por teléfono a Jéssica para preguntarle a ver si sabe algo más. En cuanto tenga noticias yo misma iré al hospital.

Juan: Esta bien… como quieras… pero sigo pensando que…

Berenice: Por cierto, ¿Y Oscar? ¿Ya se marchó?

Juan: ¿Sí, por? (Serio)

Berenice: No, por nada… solo pregunto. Hace tantos años que no le veía...

Pero en ese instante Juan se aleja de la cama caminando hacia la ventana. El chico mira a través de los cristales el jardín de la mansión con gesto muy serio y algo molesto.

Berenice: ¿Ocurre algo, Juan? (Extrañada)

Juan: No… nada, no me pasa nada. (Serio sin darse la vuelta)

Berenice: No me digas que estás celoso de Oscar…

Juan: ¿Debería? (Volteando)

Berenice: Pero mi amor, Juan es mi amigo, yo nunca le he visto de otra forma.

Juan: Pues me parece que él a ti no te ve como amiga.

Berenice: ¿A qué viene eso? Ay, mi amor, creo que te estás equivocando.

Juan: Si tú lo dices… Me voy a la cocina, todavía no he desayunado y tengo hambre.

Berenice: Está bien, yo bajo en un momento. Voy a llamar a Jéssica.

Mientras Juan sale del dormitorio, Berenice se dispone a marcar el número de su amiga. Juan baja por las escaleras y en el salón de la mansión se encuentra de frente con Diana.



La villana, sin mediar palabra ninguna, le suelta una sonora y fortísima bofetada a Juan. El chico se vuelve el rostro, llevándose la mano a la cara. Escuchamos música incidental.

Juan: ¿Pero se puede saber a qué viene esto? (Enojado)

Diana: ¡Esto para que aprendas a no despreciar a mi hija! ¡Desgraciado, perro! (Le suelta otra bofetada)

Pero Juan la agarra del brazo con fuerza, desafiante.

Juan: Si no le permití a mi padre que en paz descanse que me golpeara, no pienso consentírselo a usted. ¿Está claro?

Diana: Eres un desgraciado, muerto de hambre… qué habrá visto mi hija en ti, si no eres más que escoria barata.

Juan: A mi no me falte al respeto porque le juro que… (Desafiante)

Diana: ¿Qué qué? ¿Me vas a pegar? Venga, si eres tan macho pégame a ver si te atreves. (Desafiante)

Juan: Yo no tengo la culpa de lo que haya hecho Lorena. No sé que le habrá contado pero su hija no está bien de la cabeza. ¿O es que todavía no se ha dado cuenta?

Diana: De lo que me doy cuenta es de que mi hija está enamorada de un marginal sin educación, un arrivista que enredó a la disque dueña de la hacienda sólo por su dinero.

Juan: ¡Eso es mentira!

Diana: Voy a encargarme de destruirte así sea lo último que haga en la vida. ¿Me oíste? Esto lo vas a pagar muy pero que muy caro.

La explosiva villana se marcha con aires que lleva el diablo, mientras Juan se queda pensativo en el salón de la mansión.


PHOENIX, ESTADOS UNIDOS

En la suite de un lujoso y elegante hotel de la capital, Daniel charla por teléfono con su fiel amigo y a la vez lacayo Cayetano. El rubio se encuentra en su mugre casa de Santa Victoria, en México.



Daniel: ¿Entonces, está todo listo como acordamos, cierto?

Cayetano: Todo a punto, patrón. Esta noche robaremos el semental y varias yeguas de la hacienda Castilla-Alcaraz.

Daniel: Quiero esos animales fuera de México lo más pronto posible. ¿Tienes el teléfono del contacto que te di?

Cayetano: Aja, aquí lo tengo (Con un papel en su mano izquierda)

Daniel: Vas a vender esos caballos y a muy buen precio, cuando tenga ese dinero en mi cuenta regresaré a Santa Victoria. Tengo que dejarte, voy a salir.

Cayetano: Permítame una pregunta, jefe..

Daniel: ¿Qué quieres ahora? Tengo prisa.

Cayetano: Quedamos que mitad y mitad, patrón…

Daniel: Síii, al cincuenta por ciento. No seas tan desconfiado. ¿Cuándo te he fallado yo?

Cayetano: Está bien…

Daniel: Después incendiarás las cuadras con el resto de caballos dentro, los de menos valor. Quiero dejar a Berenice en la ruina. ¿Entendiste? Quiero que esa perra pague por todo lo que me ha hecho y esto es solo el principio porque voy a acabar con ese panaderito como me llamo Daniel Miranda.


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el salón de la mansión, Berenice y su amiga Jéssica platican sentadas en el sofá.



Jéssica: Así que nada, menos mal que sólo fue un susto.

Berenice: ¿Entonces está bien? Menos mal…

Jéssica: Eso parece, así que no te preocupes, esa tiene siete vidas como los gatos. Hierba mala nunca muere.

Berenice: Yo nunca he pensado que Lorena sea mala, yo creo que lo que le pasa es que no está bien…

Jéssica: ¿Ahora te enteras? Hace tiempo que esa chica perdió la cabeza. ¿A quién se le ocurre hacer algo así?

Berenice: En el fondo Lorena siempre me ha tenido envidia, yo lo sé… pero esta vez fue demasiado lejos.

Jéssica: A mi me da que todo fue por Juan. ¿A poco no lo crees?

Berenice: ¿Por Juan?

Jéssica: Claro, dijiste que Juan y Lorena habían discutido ayer a cuenta de aquel engaño que le prepararon. Lo del chico que te beso en la plaza y toda la historia.

Berenice: Sí pero no creo que Lorena sea tan boba como para suicidarse por eso.

Jéssica: ¿Todavía lo dudas? Como si no la conocieras. Lorena está encaprichada con Juan, eso no es amor, es obsesión y para mi que como el la dijo que no pues la otra loca va y le da por cortarse las venas.

Berenice: No sé, no sé que pensar. Cambiando de tema, Oscar vino a verme esta mañana.

Jéssica: ¿Qué Oscar? No me digas que el caramelito tropical de la secundaria se presentó acá… ¿Ay hija pero que les das? ¿Qué tienes tú que no tenga yo? Bueno, aparte de más pecho obvio…

Berenice: Jajaja, ya Jéssica, no te burles. El caso es que Juan se puso muy celoso, allá lo hubieras visto.

Jéssica: ¿En serio? Uy, uy, uy, uy… esto no pinta nada bien.

Berenice: ¿Qué hago, amiga?

Jéssica: No lo sé, pero algo tienes que hacer, si Juan comienza a sentir celos eso puede destruir su relación contigo. Hazme caso, debes mantener la distancia con Oscar.

Berenice: Pero si Oscar es sólo un viejo amigo.

Jéssica: Ni tan viejo, si fuera viejo y feo ten por seguro que Juan no tendría celos… ¿Pero tú lo has visto bien mijita?

Berenice: Ay ya, no empieces. A mi nunca me interesó Oscar en ese plan.

Jéssica: Pues yo creo que ese galán vino por ti, estoy segura. Asi que una de dos o le pones las cosas claras o puedes perder a Juan. Te lo digo yo, y lo que yo digo va a misa de una y media. (Burlándose)

Berenice: Boba que eres más boba… (Conteniendo la risa)


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


En el bar del pueblo, Juan platica con su primo Rodrigo junto a la barra, mientras éste le sirve una cerveza.


Juan: Lorena está loca, primo. Pero lo peor de todo es que su madre vino a reprocharme que yo tenía la culpa del intento de suicidio.

Rodrigo: No hagas caso de esa tipa, es igual de mala que su hija. Son mala gente, créeme.

Juan: No sé, pero Lorena necesita ayuda y pronto. ¿Sabes? Hay otra cosa de la que te quería comentar.

Rodrigo: Tú dirás (Pasando un paño húmedo sobre la barra)

Juan: Hoy llegó a la hacienda un tal Oscar, un amigo de Berenice.

Rodrigo: ¿Celoso eh? (Sonríe)

Juan: Sí, sí, sí… (Dejando el vaso en la barra) ¡Y mucho!

Rodrigo: Bueno ya, no te enojes, dime algo. ¿Tú confías en tu novia? La verdad eh…

Juan: Sí, claro que confío pero no en ese.

Rodrigo: ¿Y para qué te preocupas tanto entonces? A lo mejor hasta el tipo es gay y todo, jajaja.

Juan: No, créeme que no y menos por la forma en que la miraba y como hablaba de ella. Ese recién llegado viene buscando algo más.

Rodrigo: Mira primo, en una relación hay siempre altibajos y momentos así, personas que se cruzan y que nos hacen dudar pero… Debes confiar en Berenice. Ella te quiere.

Juan: Lo sé…

Rodrigo: Berenice te ha aguantado lo de Lorena, te aguantó que desconfiaras de ella cuando la mentira que te montaron. Lo justo es que ahora confíes en ella.

Juan: ¿Y que hago con esto que siento acá dentro? ¿Qué hago? Sólo de pensar que otro la toque, la bese, la… (Enojado, muerto de celos) ¡No puedo, lo siento! ¡No puedo!

Rodrigo: Eres muy celoso Juan y eso no es bueno, te lo digo yo que también lo he sido con Jéssica y a punto estuvimos de romper al poco de empezar a salir.

Juan: Te juro que si ese tipo se atreve a buscar a Berenice… (Serio)

Rodrigo: Cálmate, ¿Quieres? Anda, espera y te sirvo otra chela. Invita la casa. (Sonríe)


GUAYMAS


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

A las puertas del hospital, Álvaro habla con Nuria por su teléfono móvil. La joven está en Ciudad de México, en las oficinas de Bodegas Castilla-Alcaraz donde trabaja como secretaria.



Nuria: Me alegro mucho que tu hermana esté bien, estaba muy preocupada.

Álvaro: Esta tarde regreso para el DF, nos vemos mañana en la empresa. ¿Sí?

Nuria: ¿Al final no leyeron el testamento?

Álvaro: No, con lo que pasó, imposible… Mi madre dice que se pospondrá para dentro de una semana al menos.

Nuria: Bueno, no te preocupes. Lo que importa ahora es que Lorena se ponga bien y se recupere pronto.

Álvaro: Sí, eso espero… Queremos que la trate un psicólogo acá en Guaymas.

Nuria: Me parece buena idea, sí, es lo mejor en un caso así. Oye, quería preguntarte algo…

Álvaro: Si, claro, díme. (Sonríe)

Nuria: ¿Has visto a Juan? (Ilusionada)

Justo en ese momento Álvaro cambia el semblante y muy serio y algo molesto le responde.

Álvaro: No, no he tenido ocasión de conocer al novio de Berenice.

Nuria: Bueno si le ves me le saludas mucho, dile que su amiga Nuria le manda un abrazo grande. (Sonríe)

Álvaro: Está bien, yo le digo… Hasta mañana Nuria.

Nuria: Chao, besos.

El joven Álvaro termina la llamada y apretando su celular entre sus manos, indignado y a la vez enojado piensa en Nuria en silencio.

Álvaro: Todavía le quieres… no hay duda. ¡Álvaro eres un idiota! ¡Un imbécil! Siempre te vas a enamorar de la que no te quiere, siempre…

En ese instante una lágrima surge de su ojo izquierdo, Álvaro se ha enamorado de Nuria pero ella todavía no ha olvidado a Juan.


DE NOCHE…

HACIENDA "CASTILLA-ALCARAZ"


Un espectacular incendio devora las cuadras de los caballos de la familia Castilla-Alcaraz. Todos los peones tratan de contener las llamas a fuerza de cubos de agua. Mientras en el patio de la hacienda Jéssica llama a los bomberos de Guaymas con su teléfono celular, Juan dirige a los peones. En ese momento Berenice llega en su coche tras pasar la tarde visitando a su padre en el hospital de Guaymas. La joven aparca el coche alarmada por las llamas y la intensa humareda. Los pocos caballos que quedan en las cuadras relinchan nerviosos, ya han muerto dos a causa del humo.



Jéssica (A su celular): !Sí, sí, es la hacienda Castilla-Alcaraz! !En la carretera de Santa Victoria! !Apúrense por favor!

Juan: !Rodrigo, échame una mano acá! (Echando un cubo de agua en una de las cuadras)

Rodrigo: !Ya va, primo, ya va! (Sacando un caballo de otra cuadra con las riendas en mano)

La joven Berenice baja del carro, dando un portazo y corriendo se acerca a Juan muy preocupada.

Berenice: ¿Qué pasa mi amor? ¿Cómo ha ocurrido esto? (Mirando hacia las cuadras, los peones siguen intentando apagar el fuego)

Juan: !No lo sé, cuando llegamos ya estaba todo esto en llamas! !Maldita sea!

Rodrigo: ¿Están todos?

Juan: No, falta Estela, la yegua de Berenice.

Y la joven sin pensarlo dos veces corre hacia la cuadra de su yegua, Berenice se pierde entre el humo.

Berenice: !Berenice, no entres ahí, BERENICEEEE! (Nervioso, gritando)

Dentro de la cuadra, la morena trata de calmar a Estela pero la yegua, muy nerviosa y asustada por el fuego, se pone de manos y la tira de espaldas sobre la paja. Berenice pierde el conocimiento.



Escuchamos música incidental...



CONTINUARA...