miércoles, 22 de agosto de 2012

Capítulo 17: Aguas Rojas



BERENICE

CAPITULO 17: AGUAS ROJAS

HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el patio de cuadras, Diana y su amante Cayetano conversan acerca de lo ocurrido.



Cayetano: ¿Qué? Jajaja, tu hija es idiota, en serio.

Diana: Bueno ya, no te burles Cayetano, que no tiene ninguna gracia. Ya lo sé, Lorena primero actúa y luego piensa, no hay forma de que madure.

Cayetano: Pues si ese panaderito se entera, me da que tu hija se va a quedar como novia de pueblo. Vestida y alborotada, jajaja.

Diana: ¡No te rías! Que demasiado difíciles son las cosas, la muy estúpida de Berenice me descubrió.

Cayetano: ¿Cómo así que te descubrió? No me irás a decir que sabe todo… no puede ser.

Diana: No todo, no, gracias a Dios, pero sabe la trampa que le tendimos Lorena y yo a Juan para hacerle creer que ella le engañaba con otro. ¡Maldita sea!

Cayetano: No te lo tomes tan a pecho, a fin de cuentas, eso qué mas da. Lo que importa es que nosotros nos hagamos con la hacienda y más nada, mi chula.

Diana: Sí, lo sé, tienes razón, pero yo quería que mi hija tuviera una oportunidad con ese chico. Entiéndeme.

Cayetano: Lorena ya es lo suficientemente mayor como para buscarse novios ella sola, no hace falta que tú la ayudes, vamos, digo yo.

Diana: ¿Sabes qué? Qué es verdad, no voy a intervenir más, allá ella. Ahora tengo que dejarte, nos vamos a Guaymas a pasar la noche.

Cayetano: ¿Y eso?

Diana: Cómo comprenderás las cosas con Berenice están más que tensas y hasta la muy perra se atrevió a echarnos de la casa, pero solo por hoy, porque en cuanto mañana se haga público el testamento, se va a tener que tragar sus palabras esa desgraciada.

Cayetano: ¿Vendrá también tu hijo a la lectura del documento?

Diana: Sí, así es, Álvaro llega mañana por la mañana.


No muy lejos de allí, dentro de la mansión, Juan y Lorena mantienen una interesante conversación en la cocina de la casa.



Juan: Lo sé todo, Lorena, todo

Lorena: Ay por favor, Juan. ¿Te vas a creer los cuentos esos que te dijo Berenice? Pensé que eras más listo.

Juan: Eso creía yo, pero se ve que tú y tu madre me vieron la cara de imbécil. ¿Qué pensaban? ¿Qué no me iba a enterar? Diana y tú lo planearon todo.

Lorena: ¡Eso es mentira! Berenice me odia y no sabe como hacer para fastidiarme.

Juan: ¿También es mentira que le dijiste que tú y yo nos habíamos acostado? ¡Eres una cínica! (Enojado)

Lorena: Por favor, mi amor, perdóname…

Juan: ¡No me digas mi amor! ¡Tú y yo no somos nada! ¡NADA!

Lorena: Pensé que éramos amigos…

Juan: Tú lo has dicho, Lorena, éramos, porque después de esto no quiero volver a saber de ti nunca más en mi vida. ¿Está claro? No me gustas y nunca voy a tener nada contigo. ¿Entendiste?

Lorena: No me digas eso, me duele que me hables así. Estás siendo muy injusto conmigo, Juan.

Juan: ¿Injusto? ¿Y cómo se llama lo que me hiciste? Me engañaste, me hiciste creer que Berenice andaba con otro a la vez que conmigo, cuando no era cierto. Jamás pensé que fueras capaz de hacer algo así. (Se da la vuelta para marcharse)

Lorena: Juan, por favor… no te vayas (Tomándole del brazo)

Juan: ¡No me toques! (Soltándose) Te he dicho que no quiero verte más. En el hospital llegué a pensar que de verdad querías cambiar, pero ya veo que me equivoqué.

Lorena: Lo siento, no sabía lo que hacía. Fue mi mamá quien inventó todo para separarte de Berenice. Yo te quiero, te amo de verdad. (Se le saltan las lágrimas)

Juan: Si de verdad me amaras como dices, no me habrías hecho esto.

Lorena: Por favor, mi amor, no te vayas, no me dejes así.

Juan: No hay nada más que hablar. Adiós Lorena. (Se marcha de la cocina, cerrando la puerta tras de sí)

Lorena: ¡Imbécil! (Llorando, agarra un jarrón de la encimera y lo lanza contra la puerta) Prefieres a esa naca antes que a mí… Eres un estúpido, yo te quiero pero no voy a aguantar que me desprecies como si fuera un perro viejo, nunca me había sentido tan humillada.


CIUDAD DE MÉXICO


En la terraza de una cafetería del DF, Álvaro y Nuria platican mientras se toman un par de coca colas sentados a una de las mesas, en medio de otros clientes que a esa hora de la noche disfrutan la velada en el centro histórico de la capital azteca.



Álvaro: Sé que apenas hemos salido tres veces juntos pero, quería pedirte algo.

Nuria: Tú dirás, Álvaro.

Álvaro: Mañana tengo que viajar a Sonora, a la finca de mi familia para la lectura de un testamento y bueno… había pensado que tal vez tú…

Nuria: ¿Qué tal vez yo qué? No entiendo.

Álvaro: ¿Te gustaría acompañarme?

Nuria: ¿Qué? (Sorprendida) ¿Así de repente? Ay, Álvaro no creo que sea buena idea, vas demasiado rápido.

Álvaro: Por favor…

Nuria: No, es muy pronto para conocer a tu familia, apenas y nos estamos conociendo. Tú me gustas, pero…

Álvaro: ¿Qué problema hay?

Nuria: Pues que yo todavía no he olvidado a Juan del todo. Lo siento.

Álvaro: ¿Juan? ¿El novio de mi hermana Berenice? ¿Estás enamorada de Juan? (Extrañado)

Nuria: Estaba pero aún tengo sentimientos por él, por favor no me presiones. Te dije que estas salidas eran como amigos, no quiero que te hagas ilusiones con algo más.

Álvaro: Pero si me acabas de decir que te gusto, ¿Entonces?

Nuria: Y claro que me gustas, eres un chico muy guapo, muy bueno, pero yo no quiero que te enamores de mi sin yo tener claros mis sentimientos, compréndelo.

Álvaro: Está bien, esperaré… perdóname por ser tan bruto. Es que… tú me gustas Nuria, me gustas mucho y yo… (Avergonzado)

Nuria: Sólo te pido un poco de tiempo, nada más. Sólo eso. (Sonríe)


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el salón principal de la mansión, Juan habla por teléfono con su madre, María, quién está en casa de su hija Fanny, en Austin (Texas).



Juan: ¿Le contaron a Sofía toda la verdad? ¿Cómo así?

María: Tu hermana pensó que era lo mejor, que ya era el momento de que la niña supiera todo sobre su origen.

Juan: ¿Y qué tal se lo ha tomado? ¿Se enojó con ustedes?

María: No, para nada, al principio pues no reaccionó muy bien pero bueno… supongo que necesitará tiempo.

Juan: Me lo imagino, bueno pues nada, sólo llamaba para ver como estaban. Mándales muchos besos a Sofía y a Fanny.

María: De tu parte, hijo, no te preocupes. Cuídate mucho, te quiero.

Juan: Y yo a ti, mamá, las echo mucho de menos.

María: Nosotras también a ti, cariño.

Juan: Cuando tenga vacaciones en la hacienda les prometo que iré a verlas a los Estados Unidos.

María: Nada me haría más feliz hijo que tenerte con nosotras unos días. (Sonríe) Un beso grande.

Juan: Chao, mamá. Un beso.

En ese momento una de las criadas le interrumpe.

Criada: Disculpe joven…

Juan: Llámame Juan, por favor. (Sonríe) Si soy un empleado más en esta hacienda.

Criada: Sí, lo sé, pero usted es el novio de la patrona y…

Juan: Está bien, como quieras. ¿Querías algo? (Extrañado)

Criada: ¿Va a cenar en el salón o prefiere que les suba su cena a su cuarto?

Juan: No tengo hambre, gracias, creo que me voy a acostar, estoy muy cansado.

Criada: Ok, joven. Entonces, hasta mañana. (Se marcha a la cocina)

Mientras, Juan sube por las escaleras para ir a su habitación. Ya es noche cerrada. Lorena y Diana se han marchado a Guaymas, a un hotel. En la casa solamente se encuentran Berenice y él. Las dos sirvientas duermen en el piso de abajo, en una habitación junto a la cocina de la casa. Juan llega al pasillo y ve una luz que brilla a través de una puerta entre abierta. Es el cuarto de Berenice. Juan avanza caminando por el pasillo y toca a la puerta pero nadie responde.

Juan: ¿Berenice? Mi amor. ¿Estás despierta?

Pero no obtiene respuesta, nadie contesta. Juan abre la puerta lentamente y se encuentra con el cuarto vacío, sólo se escucha el sonido del agua en la ducha. Juan se dirige al cuarto de baño y tímidamente mira por la puerta semiabierta. Su novia se está duchando, el chico la observa mientras ella no se da cuenta de su presencia. La silueta del cuerpo desnudo de la joven se divisa con claridad a través de la mampara de cristal difuminado. Juan permanece en silencio, mientras la mira y sonríe. En la ducha, Berenice se enjabona el cuerpo, mientras el agua cae sobre su cabello.


PHOENIX, ARIZONA

En la ciudad norteamericana, Daniel pasa la noche jugando en un casino, en compañía de dos prostitutas. El villano apuesta a la ruleta y gana varias veces seguidas, mientras se toma un whiskey en las rocas a la vez que se besa con una de las profesionales del sexo, dos exuberantes rubias muy llamativas, vestidas con ropa muy ajustada. Daniel bebe otro sorbo de la copa, mientras le mete mano por debajo de la minifalda a una de las chicas. En ese momento, suena su celular. Daniel lo saca de su chaqueta y contesta la llamada. Es Cayetano desde su casa en el pueblo de Santa Victoria.



Daniel: ¿Bueno?

Cayetano: Don Daniel, es Cayetano.

Daniel: ¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Cayetano: Llamaba para decirle que se me ha ocurrido un plan mejor, eso sí, si le parece bien.

Daniel: ¿Un plan mejor? ¿De qué hablas?

Cayetano: Escuche…

Ambos conversan a través del teléfono pero nadie puede saber qué es lo que dicen.


GUAYMAS


En el hotel de Guaymas, Lorena llora en su habitación mientras se mira al espejo. La joven lleva corrido todo el maquillaje por el llanto. Lorena dibuja con un pintalabios un corazón con el nombre de Juan escrito en el espejo del cuarto de baño. La rubia se derrumba a llorar. Lorena sufre un trastorno mental pero nadie lo sabe.



Lorena: Yo te amo, te amo… por qué no lo entiendes, Juan, ¿por qué? ¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¡Díme! (Llorando desconsolada)

En ese instante la joven deja el pintalabios junto al lavabo y abre un pequeño armario, Lorena rebusca dentro y finalmente encuentra una cajita negra. La joven la abre, dentro hay un par de cuchillas de afeitar. La chica está muy despechada y es capaz de cometer una locura. Lorena agarra una de las cuchillas mientras se mira al espejo llorando, rota de dolor y desesperación. La rubia se acerca la cuchilla una de sus muñecas, vacilando… Lorena quiere cortarse las venas.


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


AVISO: ESCENA NO RECOMENDADA A MENORES DE 18 AÑOS

En la habitación de Berenice, la joven sigue en la ducha ignorando que su novio la está viendo. Justo en ese instante Juan abre la mampara y la sorprende desnuda... Berenice se sorprende, la chica se gira y le ve allí. Juan, también desnudo, entra con ella a la ducha.



Berenice: Mi amor... mmm (Mirándole de arriba abajo)

Juan: No digas nada... (La besa) por favor, no puedo mas... (Comiéndole la boca a besos) Te deseo, te extraño, te amo…

Berenice: Y yo a ti, mi vida. Te quiero. (Se besan)

En ese momento el se deja llevar por la pasión, se besan, el chico la agarra del trasero, la carga contra la pared.... Juan empieza a recorrer con sus besos su cuello, su boca.... Berenice le acaricia la espalda con las manos mientras él la tiene cargada contra la pared de la ducha, el agua cae sobre la pareja. Juan la besa con ganas, Berenice responde y le besa con la misma intensidad... El chico agarra sus generosos pechos, tomándolos entre sus manos, besándolos y lamiendo sus pezones. Juan los comienza a mamar, agarra los senos de su novia con deseo, con muchas ganas... Ella se deja llevar...

Berenice: No sabes cuanto he deseado este momento... Juan.

Y sin mediar más palabras, Juan sigue recorriendo con su boca y sus manos el cuerpo de Berenice. Juan agarra fuerte el trasero de su chica, ella le besa, le acaricia la espalda, el cabello. Juan aprieta los generosos pechos de su novia los mama con ganas... lame los pezones, los chupa mas y mas.... la aprieta fuerte las nalgas.

Berenice le besa con pasión, el cuello, los labios… recorre todo el pecho de su novio con la lengua, con su boca… Suavemente Juan comienza a hacerla su mujer, despacio, muy lento, pero aumentando el ritmo paulatinamente... Juan la hace suya una y otra vez, ambos se abrazan, se besan sin descanso. Berenice gime, se deja llevar por la pasión y el amor que siente por el.

Juan: Te amo Berenice, te amo...

Berenice: Te deseo mi amor, te quiero.

La pareja hace el amor tras la mampara de la ducha, ensombrecida por el vapor de agua y la apasionada situación. Ambos se aman sin importarles el tiempo, el lugar… Berenice y Juan se funden en uno sólo haciendo el amor con una pasión desmedida. Escuchamos música.

Mayré Martínez – Junto a mí

Y descubrir que con tu amor, me siento viva
Y que tus labios sanan todo mi dolor
Cierro los ojos, ya eres mío
Eres mi red en el vacío
Quisiera en tus brazos soñar
Que te quedas junto a mí, oh… junto a mí.



AL DÍA SIGUIENTE

GUAYMAS


En el hotel de Guaymas, Diana toca a la puerta del cuarto de Lorena pero la joven no responde. La villana gira el picaporte y se da cuenta que la puerta está abierta. Diana ve la cama hecha, Lorena no se ha acostado en toda la noche.



Diana: ¿Lorena? ¿Lorena, hija? ¿Estás ahí? En un ahora tenemos que estar en el despacho del notario. ¿Lorena?

Su madre abre la puerta del cuarto de baño y de repente se encuentra a su hija Lorena en la bañera con las muñecas cortadas en medio de un agua teñida totalmente de sangre. Diana da un grito desgarrador que inunda cada rincón del hotel, la escena que presencia es horrible.

Diana: ¡LORENAAAAAAAA! ¡LORENA! ¡HIJAAA! ¡Hija míaaaaaaa! (Rompiendo a llorar se lanza a sacarla del agua como puede)

Lorena yace en la tina bañada en sangre, su cuerpo inerte y sin vida descansa en el agua. La chica se ha suicidado. Diana sigue gritando en una escena desgarradora, la villana llora deshecha mientras intenta pedir ayuda.

Diana: ¡SOCORROOOO! ¡AYUDA POR FAVOR! ¡AYUDA!

El guardia de seguridad del hotel, alertado por los gritos acude a la carrera por el pasillo y llega a la habitación. Al entrar en el cuarto de baño se encuentra a Diana sujetando a Lorena, sacándola del agua a rastras. Ambos logran sacarla de la bañera. El guardia pide una ambulancia por su teléfono móvil.


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En la mansión, Juan y Berenice aún duermen. Ambos han pasado la noche juntos y tras haber hecho el amor en la ducha la pareja se quedó a dormir en la habitación de la joven. Berenice y Juan descansan completamente desnudos y abrazados entre las sábanas, él boca arriba y ella abrazada a su pecho como una feliz pareja de enamorados. Justo en ese momento suena el despertador. Juan se despereza y tiende una mano hacia la mesilla para intentar apagarlo. Berenice se despierta, ambos se miran a los ojos y se sonríen. La joven le da un beso en el pecho y seguidamente uno más en los labios.



Berenice: Buenos días, mi amor… (Sonríe dulce)

Juan: Buenos días (Sonríe) Te quiero.

Berenice: Y yo a ti, Juan.

Juan: Lo de anoche fue increíble. Me siento tan a gusto cuando estoy a tu lado, cuando hacemos el amor.

Berenice: Y yo contigo, no quisiera que ese momento terminara nunca. (Se besan)

Juan: ¿Crees que se enterarían las criadas?

Berenice: Ay espero que no… que vergüenza, diosito… (Roja)

Juan: Jajaja, bueno y si se enteraron que más da. Envidia que les daría (Burlándose)

Berenice: ¡Calla! ¡No seas malo! Que me da vergüenza, tonto.

Juan: Anda ven aca… (Se abrazan y vuelven a besarse, ambos se comen la boca a besos con deseo)

Berenice: Hoy se abre el testamento de mi abuelo, pero ni ganas tengo de ir a la notaría de Guaymas, la verdad.

Juan: ¿En serio? No me habías dicho nada.

Berenice: Estábamos peleados, ¿Ya no lo recuerdas?

Juan: ¿Peleados? ¿Quiénes? ¿Tú y yo? No señorita, creo que se confunde… (Se burla)

Berenice: Ya, ya, hazte el sueco ahora… con lo mal que me lo hiciste pasar por culpa de…

Juan: Ya no las nombres, es lo mejor.

Berenice: Lo sé…

Juan: ¿Bueno y entonces qué? ¿Vas a ir o no?

Berenice: Ay… no quiero…. Estoy tan a gusto acá contigo abrazadita… mmm (Se abraza a él)

Juan: Yo tampoco quiero que te vayas, por mí estaría todo el día en la cama hoy contigo.

Berenice: ¿Sin desayunar ni comer ni nada? No me lo creo, si eres un glotón.

Juan: Jajaja.

Berenice: Es verdad, jajaja.

Juan: Te amo, te amo, te amo, te amo… (Besándola en los labios, el rostro, la frente, el cuello, se la quiere comer a besos de la felicidad que siente)

Berenice: Ay que mimoso está hoy mi niño… que cariñoso, esto no es normal.

Juan: ¿A poco no? (Sigue besándola) Te amo, te amo, te amo, te amo…

Berenice: Jajaja. ¡Y yo a ti más! (Se besan en los labios y se abrazan fuerte de nuevo)

Juan: Estoy tan contento de que estemos juntos de nuevo. ¿Sabes? Ayer hablé con mi mamá y me dijo que Sofía ya sabe toda la verdad.

Berenice: ¿En serio, mi amor? ¡Qué bien! ¿No?

Juan: Sí, pero las echo mucho de menos… (Triste)

Berenice: No te pongas triste Juan, no me gusta verte así.

Juan: Lo siento. (Sonríe tímido)

Berenice: Bueno pues yo si me voy a levantar de la cama que si no… (Se sienta y se “viste” con una de las sábanas)

Juan: ¡Ehh! (Intentando taparse con la otra)

Berenice: No seas tan pudoroso Juan, si no tienes nada que no haya visto ya (Burlándose) jajajaja.

Juan: Jajaja. ¡Tonta! (Avergonzado) Cómo vaya allá te vas a enterar tú… (Burlándose)

Berenice: ¿Qué, qué me vas a hacer? ¿Me vas a comer?

Juan: Mmm… ganas no me faltan.

La chica agarra un almohadón y le golpea con él. Ambos se ríen. Ella se marcha a la ducha y Juan se queda en la cama, sonriendo feliz mientras mira hacia la ventana. Los rayos de sol de la mañana iluminan la recámara colándose a través de las cortinas.


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


En casa de Jéssica, la mejor amiga de Berenice se prepara para salir pero justo al mismo tiempo ve como dos cucarachas cruzan delante de ella como si estuvieran de procesión de Semana Santa.



Jéssica: ¡AAAAAAAAAAHHHH! (Se sube encima del sofá)

La profesora se quita un zapato y lo lanza para matarlas.

Jéssica: ¡IHHHHHHHH que ascoooooo! ¡Estoy harta de bichos, maldito verano! El otro día una lagartija, el jueves una araña y ahora dos “congoleñas” de turismo cultural…. Pues hala, guapas, se acabó la Semana Santa… (Sonríe)

Finalmente la joven toma su bolso de mano y se dispone a abrir la puerta cuando en ese instante alguien toca al timbre. Jéssica abre la puerta y se encuentra con su novio Rodrigo.



Rodrigo: ¡Jéssica! ¡Qué bueno que te encuentro! (Nervioso)

Jéssica: ¡Rodris! ¿Cómo tú tan temprano, mi amor? ¿Ocurre algo?

Rodrigo: Es Lorena, Jéssica, Lorena ha intentado quitarse la vida. Me acabo de enterar.

Jéssica: ¿Quéeee? ¿Cómo que Lorena se ha querido suicidar? ¡Ay Dios mío!

Rodrigo: Acabo de escuchar a dos señoras en la plaza del pueblo y no pude evitar preguntarles, según dicen Lorena y su madre Diana estaban en Guaymas en un hotel pasando la noche y..

Jéssica: No puede ser… anoche hablé por teléfono con Bere y me dijo que ella y Juan al final hicieron las paces pero no me contó nada de Lorena.

Rodrigo: Tal vez Juan le dijera algo y…

Jéssica: Esa chica no está bien de la cabeza, ¿A quién se le ocurre? A poco Juan la recriminó por lo que hizo y la loca esta…. ¿Pero está viva?

Rodrigo: ¡Si es que no lo sé! Sólo sé que está en Guaymas.

Jéssica: Ay virgencita de Guadalupe… como le pase algo no me quiero ni imaginar a Diana. Órale, pasa, pasa, que voy a llamar a Bere ahora mismo.

Rodrigo: ¿Estarán en la hacienda? ¿No dijiste que tenían que ir a Guaymas a lo de un testamento o no se qué…?

Jéssica: Sí, pero a las 10, todavía falta una hora casi.

Rodrigo: Ok, mira a ver…

La chica agarra el teléfono fijo de casa y marca el número de la hacienda, el teléfono da varios tonos pero nadie responde, ni siquiera las criadas.

Jéssica: Ay Diosito… no toman la llamada.

Rodrigo: Sigue insistiendo, por favor.

Finalmente alguien descuelga el teléfono en la mansión, es Berenice.


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el cuarto de Berenice, la joven contesta al teléfono. La chica ya está vestida con un traje azul y arreglada para ir a la notaría de la capital. En el baño Juan todavía está alistándose para acompañarla. Se escucha el sonido de la maquinilla de afeitar.



Berenice: ¿Sí? ¿Quién es?

Jéssica: ¡BERE! Hasta que al fin te encuentro, mijita, ¿pero en esa casa nadie responde al teléfono o que diablos pasa? (Molesta)

Berenice: Ay, amiga, disculpa, es que estaba arreglándome y Juan estaba en la ducha.

Jéssica: ¿Pasaron la noche juntos? (Sonríe)

Berenice: Sí (Sonríe feliz)

Jéssica: Me parece genial, Bere, pero te tengo malas noticias, no me lo vas a creer cuando te lo cuente.

Berenice: ¿Qué pasa Jéssica? Habla de una vez, te noto nerviosa.

Jéssica: Lorena ha intentado suicidarse.

Berenice: ¿Quéeeeee?

Casi a la vez, Juan sale del cuarto de baño ya vestido con una camisa blanca y traje negro.

Juan: ¿Qué ocurre mi amor?

En ese momento, ante la impresión de la noticia, a Berenice se le cae el teléfono de las manos, la joven pierde el conocimiento y se desmaya, Juan se lanza para sujetarla.



Juan: ¡Berenice! ¡Berenice, háblame! ¿Qué te pasa? ¡Berenice! (Angustiado)

Al otro lado del teléfono, Jéssica sigue hablando pero la llamada se ha cortado.

Jéssica: ¿Bueno? ¿Bere? ¿Bereee?

En la mansión de la familia “Castilla-Alcaraz”, Juan tiende a Berenice sobre la cama e intenta hacerla volver en sí. En ese momento una de las criadas acude a la habitación asustada por las voces de Juan.

Criada: ¿Qué ocurre joven? Escuche gritos (La chica ve a Berenice en la cama sin conocimiento)

Juan: ¡Llama a un médico, por favor! ¡Apúrate! ¡Deprisa!

La empleada de hogar baja corriendo las escaleras para pedir un doctor por teléfono. Al mismo tiempo, un hombre entra en la casa. El es Óscar.



Óscar: Buenas, disculpe que interrumpa así, venía a ver a Berenice Castilla-Alcaraz, soy un viejo amigo, acabo de instalarme en Santa Victoria como veterinario y…

Criada: Lo siento joven, pero la patrona se encuentra indispuesta, ahora no le puede atender.

Óscar: ¿Qué le pasa? ¿Se encuentra bien?

Criada: No lo sé, pero es mejor que vuelva en otro momento. Ahora está arriba con uno de los peones.

La criada se lleva el teléfono a la cocina y consigue hablar con el médico de Santa Victoria. Mientras, en la recámara de Berenice, Juan sigue intentando hacerla reaccionar, hasta que finalmente la chica vuelve en sí, justo al mismo tiempo en que Óscar abre la puerta de la habitación.

Óscar: Hola Berenice, sonríe. ¿Te sientes ya mejor?

Berenice: ¿Ós… Óscar? ¿Qué haces tú acá? (Extrañada a la vez que aún mareada)

Juan: ¿Quién es este tipo? ¿Se conocen? (Celoso)

Óscar: Claro, desde niños, Berenice y yo somos amigos desde la escuela. ¿Y tú eres?

Juan: Juan, me llamo Juan…

Óscar: Ahm… ya, ya me dijo la chica de servicio, ya. Trabajas acá en la hacienda.

Berenice: Juan… te presento a Óscar, Óscar, Juan. Siento que se tengan que conocer en un momento así pero… (Mareada)

Juan: Soy el novio de Berenice. (Mirándole muy celoso a la vez que molesto por su presencia)

Óscar: ¿Pero no y que eras novia de Daniel? No entiendo…

Berenice: Ay por favor, podrían dejarme sola un rato, necesito descansar, no me siento bien… estoy muy mareada, todo me da vueltas. (Llevándose una mano a la cabeza)

Juan: Está bien, lo siento… (Se levanta de la cama y la deja sola)

Óscar: Nos vemos luego, Berenice, espero que te mejores pronto.

Ambos hombres salen al pasillo, Óscar en tono amigable pero Juan muy celoso a la vez que incómodo con la inesperada visita.



Juan: Así que un viejo amigo, por lo que veo…

Óscar: Así es, acabo de volver al pueblo y bueno, voy a trabajar como veterinario ahora que don Silvano se jubila. ¿Cómo la ves?

Juan: Me parece bien… Pero no entiendo a qué viniste acá, la verdad.

Óscar: Berenice y yo fuimos juntos a la secundaria, somos buenos amigos, así que le debía una visita, era lo menos que podía hacer. ¿No te parece? (Molesto)

Los dos chicos se miran a los ojos en tono desafiante, Juan muy celoso, y Óscar muy altivo. Y es que lo que Juan no sabe es que Óscar siempre estuvo enamorado de Berenice. ¿Qué ocurrirá? No te pierdas el próximo capítulo.


CONTINUARÁ…

lunes, 20 de agosto de 2012

Capítulo 16: Por favor, quédate



BERENICE

CAPÍTULO 16: POR FAVOR, QUÉDATE


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el patio de la finca, frente a la casa, Berenice y Lorena siguen peleando. Los gritos se escuchan en toda la hacienda, justo en ese instante Diana se asoma a una de las ventanas del primer piso de la mansión y presencia la escena. La villana se queda impactada y acto seguido baja las escaleras para salir al patio. Las chicas siguen cayéndose a golpes, Diana llega junto a ellas e intenta separarlas.



Diana: ¡Berenice! ¡Lorena! ¡Ya basta! ¡Basta ya!

Pero las dos jóvenes no la hacen caso y siguen dándose de bofetadas. Berenice consigue incorporarse pero Lorena la pega un empujón y la lanza contra uno de los coches

Lorena: ¡Eres una naca!

La morena se da la vuelta y la suelta una fortísima cachetada.

Berenice: Y tu una golfa. Esto no se va a quedar así, vaya que no.

Pero Lorena no se achanta y la agarra del cuello, arañándola como una gata. Ante tan bochornosa escena, Diana se siente impotente y no duda en llamar a voces a Cayetano para pedir ayuda. La villana no logra parar la pelea entre ambas chicas.

Diana: ¡CAYETANO! ¡CAYETANOOOOOOOOO! (Nerviosa) ¡Paren ya, por favor! ¡Basta ya! ¡LORENA!

El capataz de la hacienda aparece enseguida a la carrera, alertado por los gritos de su patrona.



Cayetano: ¿Qué ocurre doña Diana?

Diana: Haz algo, sepáralas, no ves que se van a matar. ¡Apúrate!

Cayetano: Espere un momento, tengo una idea. (El villano entra en la mansión)

Diana: ¿A dónde vas? ¡Cayetano!

Mientras, las chicas siguen a bofetada limpia, Lorena agarra a Berenice del cabello, justo al mismo tiempo en que Cayetano aparece con una escopeta de caza. El capataz pega un tiro al aire. El disparo se escucha en cada rincón de la finca. En el primer piso, en el pasillo, Juan oye el tiro y acelera el paso con la maleta en mano. Juan baja por las escaleras a toda prisa. En el patio las chicas se detienen y se separan ante el estruendo. Diana trata de intervenir.

Diana: ¿Se puede saber qué diablos está pasando aquí? ¡Berenice! ¡Lorena! ¿Qué significa este espectáculo, por favor?

Berenice: Más vale que te calles, que todo esto es por culpa tuya, tuya y de la desgraciada de tu hija.

Lorena: ¡Cállate! Eres una naca, una arrastrada (Se lanza a pegarla de nuevo pero Cayetano se lo impide interponiéndose en medio de la dos) ¡Suéltame Cayetano! ¡Suéltame!

Berenice: Eres una verdulera, ahora mismo se me van de mi casa las dos. ¡FUERA!

Madre e hija entran en la mansión y se cruzan con Juan quien sale con la maleta. Cayetano por su parte toma la escopeta y se va hacia las cuadras. Berenice y Juan se quedan a solas en el patio de la hacienda, frente a la gran mansión familiar.



Juan: Escuché un disparo. ¿Qué ha pasado?

Berenice: Nada, no ha pasado nada… (Arreglándose el cabello con las manos)

Juan: Me marcho… (Se aleja en dirección a su camioneta)

Berenice: Un momento Juan. Ahora mismo me vas a decir que hacía Lorena saliendo de tu cuarto. Y no me lo niegues porque yo misma la vi salir de allá.

Juan: ¿Perdón? (Volteando) ¿Me estás reclamando? ¡Pero bueno, lo que me faltaba por hoy! (Enojado)

Berenice: Claro que te estoy reclamando. ¿Qué hacía esa zafia contigo a solas? Quiero la verdad.

Juan: Lo que tengo que aguantar… ahora una escena de celos… ¿Pero se puede saber con qué derecho me reclamas a mí nada cuanto tú me engañas con otro? Eres una descarada. Pero que poca vergüenza tienes.

Berenice: Piensa lo que te dé la gana, yo tengo la conciencia muy tranquila porque no hice nada malo. Ese chico me besó a la fuerza y además por si no lo sabías…

Juan: No me interesa nada que tenga que ver contigo ni con él ¿Está claro? (Celoso)

Berenice: ¿Por qué eres así?

Juan: ¿Así cómo? No entiendo.

Berenice: Así de necio y testarudo. Sigues sin confiar en mí y eso me duele, no sabes cuanto me duele y más viniendo de ti.

Juan: Claro, qué bueno, yo tengo que confiar en ti pero tú en mi no lo haces. Perfecto.

Berenice: Quiero que seas sincero conmigo y me digas la verdad. ¿Qué pasó entre Lorena y tú?

Juan: ¿De veras necesitas que te responda a eso? Por favor… (Se da la vuelta para irse)

Pero en ese momento la joven le agarra del brazo impidiéndoselo, Juan voltea de nuevo, ambos quedan frente a frente. Juan está muy enojado y no quiere dialogar más.

Berenice: ¿Te acostaste con ella? ¡Dime!

Juan: ¿Eso crees? ¿En serio piensas eso de mí? (Serio, los dos se miran fijamente a los ojos)

Berenice: Quiero la verdad, eso es todo. Sólo eso, y no te molestaré nunca más, te lo prometo.

Juan: Piensa lo que te dé la gana… (Se le saltan las lágrimas) ¿Sabes qué Berenice? Tú y yo hemos terminado. (Desafiante)

Berenice: Muy bien… (Seria) ¿Esa es tu última palabra? (Rota de dolor intentando contener las lágrimas)

Juan: Adiós. (Se marcha)

Cuando el chico se aleja a paso firme, la morena no puede evitar derrumbarse. Berenice rompe a llorar amargamente mientras observa como su novio se sube a su camioneta. Juan arranca el vehículo, en segundos el chico pega un volantazo para girar el coche y salir del patio de la hacienda. En la camioneta Juan va llorando. Ambos se aman pero los dos son igual de orgullosos y desconfiados, por eso no logran hacer las paces. ¿Lo conseguirán?


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


En el bar del pueblo, Jessica y su novio Rodrigo platican acerca de sus amigos. La profesora y el mesero se sientan a una de las mesas mientras se toman sendos cafés con leche.



Jessica: Ay Rodris, creo que esta vez Berenice la fastidió del todo.

Rodrigo: Pero ella no tiene culpa de nada, Jessica. ¿No dices que fue el chico ese quien la besó?

Jessica: Si, pero de nada sirvió que yo intentara convencer a Juan, en serio tu primo es un necio.

Rodrigo: Deben intentarlo de nuevo, estoy seguro que Juan razonará, sólo es que está dolido. Tú no sabes como llegó al bar.

Jessica: ¿En serio? ¿Qué te dijo?

Rodrigo: Hablar, hablamos poco pero le vi muy mal, me dejó muy preocupado. Se tomó tres cervezas seguidas.

Jessica: Ay Diosito… Tenemos que hacer algo, no puedo permitir que mi mejor amiga sufra por un malentendido. Yo aprecio mucho a Juan también.

Rodrigo: Lo sé, pero ¿Qué podemos hacer? Si él no quiere ni modo.

Jessica: No sé, pero algo se me tiene que ocurrir… Piensa Jessica, piensa, que la cabeza está para algo más que llevar el pelo, mijita.

Justo en ese momento suena su teléfono celular. Jessica lo toma de su bolso y contesta la llamada. Es su amiga Berenice desde el cuarto de baño de su habitación en la hacienda. La joven trata de curarse los arañazos del cuello con un algodón empapado en alcohol, mientras se mira en un espejo de pared.



Jessica: ¿Bueno? ¿Berenice, que pasó?

Berenice: (Llorando) Terminamos, Jessica, Juan me dejó… (Con lágrimas en los ojos)

Jessica: ¿Quéee? ¿Cómo que te dejó? ¡No puede ser!

Rodrigo: Lo que faltaba…

Jessica: Bere, amiga, por favor no llores. No me gusta verte así. Tienes que hacer algo.

Berenice: ¿Y qué hago, Jessica? ¿Qué? Si Juan no quiere verme ni en pintura, tú no veas como se puso. Acaba de marcharse de la hacienda.

Jessica: Ay Bere, ay Bere… que está vez te fregaste y pero bien.

Berenice: Intenté hablar con él, quería explicarle las cosas pero justo cuando iba a su cuarto para platicarlo, me encontré a Lorena saliendo de su recámara.

Jessica: ¿Qué? ¿Pero qué dices?

Berenice: Lorena me dijo que se había acostado con él, Yessi. (Llorando)

Jessica: Ay no, ¿y tú la creíste? ¿Pero tú eres tonta o que diablos te pasa, Bere? Por el amor de Dios, eso seguro es una mentira de esa estúpida para separarte de Juan.

Berenice: No lo sé… pero espera que no he terminado todavía.

Jessica: ¿Pero que aún hay más?

Berenice: Y tanto, al bajar al salón escuché a Diana hablando por teléfono con un chico, con el que me besó en la plaza. Todo fue un plan de ella y de Lorena para separarme de Juan.

Jessica: No lo puedo creer… ¡Pero serán brujas! Par de arpías, déjate que agarre a Lorena, porque la voy a dejar calva. Te lo juro, ¡CALVA! (Furiosa)

Berenice: No hace falta, ya me pelée yo con ella.

Jessica: Válgame Dios, válgame Dios… que día, que día… Precisamente ahora mismo le estaba contando a Rodrigo lo de ustedes pero no me imaginé que había pasado todo esto en la hacienda.

Berenice: ¿Qué hago, amiga? Necesito tus consejos ahora más que nunca. (Llorando)

Jessica: Lo primero, deja de llorar, lo segundo agarra el coche y ve en busca de Juan. Rápido. Ahora que su familia se marchó a Texas capaz y se larga para allá. Tienes que evitarlo, tienes que contarle toda la verdad.

Berenice: Pero si eso iba a hacer, pero el muy bruto no me dejó hablar, se puso conmigo como jamás lo había visto.

Jessica: ¿Y qué esperas, Bere? Si te vio besándote con uno, era normal.

Berenice: Pero eso no fue como él cree.

Jessica: ¡Pero eso él no lo sabe! Tienes que hablar con Juan, tienes que convencerlo de que tú le amas y de que todo fue un plan de esas dos.

Berenice: Está bien, está bien…¿Pero y dónde le busco? No se a donde se ha marchado. Ya a la casa del pueblo no puede ir, es del banco.

Jessica: ¿Ya no tiene las llaves?

Berenice: Creo que no.

Jessica: Dios mío… ¿Y ahora qué hacemos?

Rodrigo: ¿Qué ocurre, mi amor? Cuéntame algo, me tienes en ascuas.

Jessica: Espera Bere… Ay Rodris, Juan se largó de la hacienda muy enojado y Bere no sabe para donde.

Rodrigo: Apuesto que Juan está pensando irse con su familia a Estados Unidos, seguro. Dile a Berenice que se vaya al aeropuerto de Guaymas, seguro va para allá.

Jessica: ¡Bere! (al teléfono) ¡Bere, dice Rodrigo que te vayas al aeropuerto de Guaymas! Juan puede irse a Austin. ¡Apúrate! ¡Corre!

Berenice: Ok, salgo para allá ahora mismo. (Ambas cuelgan los celulares)


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el patio de la hacienda Berenice sube a su coche, la joven arranca el auto rápidamente y sale en busca de Juan por la carretera que une la finca con Santa Victoria. De allí debe tomar otra hacia Guaymas, en total son más de 25 kms. ¿Llegará a tiempo?

Mientras, en la recámara de Diana, Lorena y su madre discuten acerca de lo sucedido.



Diana: ¡Eres una estúpida! ¿A quién se le ocurre agarrarse de los pelos con Berenice? Parecían dos callejeras. Vergüenza te tenía que dar. (Rabiosa)

Lorena: Esa naca me las debía, y ya era hora de cobrárselas todas. Ella me insultó primero y yo me defendí. ¿Qué querías? ¿Qué me dejara? ¡De eso nada!

Diana: Estás loca, así lo único que has hecho es empeorarlo todo.

Lorena: Me da igual, por lo pronto Berenice y Juan ya no están juntos y eso es lo único que importa.

Diana: Ya… ¿Y tú crees que cuando Juan se entere de lo que me has contado te va a perdonar? A poco y te mande por un tubo cuando sepa toda la verdad.

Lorena: No se va a enterar. Berenice y él estaban discutiendo en el patio de la hacienda hace un rato y escuché por la ventana como él le dijo que habían terminado. No pudo decirle la verdad.

Diana: Sólo a ti se le ocurre decirle a Berenice que te habías acostado con Juan. Si es que… de veras, Lorena, no puedes ser más inmadura y mensa.

Lorena: ¡Bueno ya! ¡YA! No empieces tú también, que estoy harta ya. Harta de esta maldita hacienda, del olor a caballo, de estar aquí metida todo el día. Ahora voy a hacer mi vida, voy a hacer lo que se me pegue la regalada gana. Juan va a ser mío.

Diana: Mañana es la lectura del testamento del viejo Esteban. Veremos a ver ahora qué ocurre.

Lorena: ¿Qué va a pasar? ¿No dijiste que mi hermano y yo estamos de herederos? Pues ya está, la estúpida de Berenice va a pagar por todo lo que me ha hecho. Juro por Dios que me las va a pagar todas juntas.

Diana: Tenemos que librarnos de ella como sea, ahora más que nunca. Hay que acabar con Berenice, se va a quedar sin nada, te lo aseguro. No podemos esperar más. ¡La vamos a destruir!

Lorena: Eso quiero, verla arrastrada, mendigando por las calles como la mugrosa que es. ¡Ihhhh! ¡La odio! ¡La odiooooooo! (Agarrando un cenicero lo lanza contra la puerta con rabia)

Mientras, en los viñedos, Cayetano da un paseo subido a caballo entre las cepas revisando los campos. Apenas faltan unas semanas ya para la vendimia, la época más importante del año en la hacienda, el mes de septiembre. Cayetano checa las viñas, pero en ese momento suena su celular. El capataz de la finca responde a la llamada. Es Daniel, desde un lujoso hotel en la ciudad de Phoenix, en Estados Unidos.



Cayetano: ¿Bueno?

Daniel: Cayetano, soy yo, Daniel.

Cayetano: Hombre, don Daniel, ¿y ese milagro que me llama? ¿Qué se le ofrece?

Daniel: Estoy fuera de México, como ya bien sabes. Quería preguntarte si alguien ha ido a preguntar por mi a “La Mirandesa”, algún policía…

Cayetano: Sí, precisamente llegaron hace un par de días dos agentes de una comisaría de Guaymas preguntando por usted, estuvieron en las dos haciendas investigando.

Daniel: No les dirías nada sobre mí ¿verdad?

Cayetano: Tranquilo, jefe, tranquilo, no se preocupe. Por supuesto que no les conté nada sobre su paradero pero… aquí entre nos, me da que le tienen en el punto de mira

Daniel: No puedo regresar a México entonces, y más con lo que me cuentas. ¿Les dijiste que llevaba días fuera del país?

Cayetano: Sí, claro, pero no sé si me creyeron. Pa’ mi que son bien listos esos desgraciados.

Daniel: No puedo arriesgarme, de todas formas tampoco tienen pruebas. Es la palabra de Juan contra la mía, así que…

Cayetano: Eso mismo digo yo, verá como pasa el tiempo y todo esto se olvida. Ya lo verá.

Daniel: Por ahora me quedaré un par de semanas acá, tenía asuntos de negocios que resolver en Phoenix, las ventas de unos caballos y demás.

Cayetano: Por cierto don Daniel, el mes que viene empieza la vendimia en la hacienda “Castilla-Alcaraz”. Estoy en los campos.

Daniel: ¿Ah sí? No me acordaba, es verdad. Ahora que la mencionas… ¿Sabes qué? Que vas a hacerme otro trabajito.

Cayetano: ¿Otro más? Usted dirá, yo si hay billete por medio, no le digo que no a nada, bien lo sabe, patrón.

Daniel: Vas a provocar un incendio en casa de los Castilla-Alcaraz. Quiero que Berenice se quede en la ruina, va a pagarme el haberme dejado por ese naco muerto de hambre.

Cayetano: ¿Qué quiere que haga exactamente?

Daniel: Vas a incendiar las cuadras, quiero que todos los caballos mueran calcinados. ¿Entendiste?

Cayetano: ¿Está seguro de lo que dice, don Daniel? Esos animales valen mucha plata. El semental son millones de pesos.

Daniel: Por eso mismo, el viejo Esteban tenía pensado crear una yeguada y criar caballos pero murió sin ver su sueño cumplido. Querían empezar este año o el que viene. ¡Quiero ver esas cuadras reducidas a cenizas!


CARRETERA SANTA VICTORIA-GUAYMAS

Berenice maneja su auto con rapidez por la solitaria vía, la joven divisa al frente la camioneta de Juan. Berenice acelera el carro para intentar alcanzarlo. La chica toca el claxon para avisarle de su presencia. Berenice trata de evitar que Juan se vaya.



Al mismo tiempo, en su camioneta, Juan mira por el retrovisor y reconoce el coche de su novia. Juan, muy enojado, continúa su camino al volante mientras con una mano se limpia las lágrimas del rostro. En el otro coche, Berenice llora igualmente, la joven se acerca cada vez más al auto de Juan. Ambos vehículos quedan uno tras otro a pocos metros. Juan acelera su auto para intentar alejarse de ella. Berenice hace lo propio. La joven consigue colocar su coche al lado del de Juan y le adelanta. Unos metros más adelante la morena detiene su coche en mitad de la carretera para cortarle el paso. Juan se ve obligado a pegar un brusco frenazo y detiene el auto. Berenice sale de su coche y se dirige a la camioneta de Juan. El chico no sale del coche. La joven se pone frente a la camioneta y le mira fijamente a los ojos, llorando desconsolada, tratando de convencerle de que se baje del auto. Dentro de la camioneta Juan la observa en silencio, con lágrimas en los ojos, pero sin decir nada.

Berenice: Juan, por favor… (Llorando) por favor… escúchame.

El chico, dentro de la camioneta y todavía al volante, baja la mirada pero sin intención de salir del vehículo.

Berenice: Juan, escúchame, por favor… (Llorando)

En ese momento, su novio alza la mirada roto de dolor, llorando amargamente, las lágrimas salpican el volante y Juan accede a bajar de la camioneta. Berenice se le acerca. Escuchamos música.

Mayré Martínez – Junto a mí

Y descubrir que con tu amor me siento viva
Y que tus labios sanan todo mi dolor
Con cada beso clandestino, alteras todos mis sentidos
Quisiera en tus brazos soñar, que te quedas junto a mi, oh, oh….


Juan: ¿Qué quieres? (Llorando)

Berenice: ¿A dónde vas? ¿Por qué manejabas así? No ves que es muy peligroso.

Juan: Eso no importa, dime a qué viniste. ¿Qué quieres? Creo que fui más que claro contigo.

Berenice: Escúchame, por favor, Juan.

Juan: No quiero escuchar nada. ¿Qué me vas a decir? Ya me sé toda la historia.

Berenice: Las cosas no son como tú piensas, Juan. Todo fue un engaño, te engañaron.

Juan: ¿De qué hablas? ¿Cómo que un engaño?

Berenice: Diana y Lorena lo planearon todo, contrataron un chavo para que me besara. La idea era hacerme unas fotos comprometedoras con él para enseñártelas luego. Pero tú lo viste todo sin necesidad de ello… por desgracia.

Juan: ¿Qué? No puede ser cierto… No… (Limpiándose las lágrimas con la mano derecha)

Berenice: Te juro por la memoria de mi mamá que te estoy diciendo la verdad, Juan.

Juan: No… no…

En ese momento una lágrima recorre su rostro hasta morir en su boca. Berenice se le acerca y pasa una de sus manos con ternura por su cara.

Berenice: No llores, mi amor… por favor.

Juan: No lo puedo creer, en verdad que no… yo… yo…

Berenice: Perdóname, debí habértelo dicho en la hacienda pero no me dejaste. Te fuiste sin dejarme terminar.

Juan: ¿De verdad todo fue una mentira?

Berenice: Sí, yo misma escuché a Diana hablar por teléfono con el chico aquel.

Juan: Lo siento… no sé que decir, yo…

Berenice: No importa, me duele más que dudaras de mi que lo que hicieran esas dos brujas.

Juan: Ya… pero… tú sigues desconfiando de mí también.

Berenice: ¿Entre Lorena y tú paso algo? Dime la verdad, no me voy a enojar. Sólo quiero que seas sincero conmigo.

Juan: ¿De veras tengo que contestarte? ¿En serio necesitas que lo haga?

Berenice: No lo sé, Juan…

Juan: Si me quisieras de verdad, no dudarías de mí.

Berenice: Tú también dudaste de mí, pensaste que tenía un amante, que te estaba engañando, que te era infiel, cuando tú sabes que yo jamás sería capaz de hacerte algo así. No podría estar con otro hombre que no seas tú.

Juan: Pero yo si puedo estar con otra… según tú.

Berenice: No quise decir eso, lo siento. Lorena me dijo que… bueno, me dijo que tú y ella…

Juan: Que habíamos tenido intimidad.

Berenice: Sí. (Triste)

Juan: ¿Y tú la crees? Después de lo que te hizo a ti con el chico ese, ¿la vas a creer?

Berenice: Ya no sé que creer… de verdad, Juan, quisiera pensar que…

Juan: Creo que es mejor que me vaya. (Abriendo la puerta de la camioneta)

Justo al mismo tiempo, Berenice la cierra y se interpone en medio.

Berenice: No, por favor, no te vayas, no así.

Juan: Estás dudando de mí. No confías en mí.

Berenice: Tú tampoco en mí.

Juan: Así no vamos a llegar a ninguna parte, uno le echa la culpa al otro, y el otro al otro… podemos estar así toda la tarde.

Berenice: Yo sí confío en ti, pero no en ella. ¿Es que no lo entiendes? Tú estabas despechado, enojado conmigo y yo… pues al verla salir de tu cuarto en la hacienda pensé lo peor.

Juan: Claro, y ella luego te lo “confirmó” ¿No es así? Por favor, Berenice…

Berenice: Perdóname…

Juan: No puedo, lo siento.

Berenice: ¿Pero por qué? Te he contado toda la verdad, como sucedieron las cosas.

Juan: Eso ya está aclarado, pero tú no confías en mí. Quieres que te responda algo que ni siquiera necesita respuesta. Si tanto me quieres, no necesitarías que yo te conteste a tu pregunta.

Berenice: Lo siento…

Juan: Es mejor dejar todo como está, ya aclaramos lo del chico ese.

Berenice: Está bien, como quieras. ¿De veras te va a ir a Texas?

Juan: Sí, creo que es lo mejor.

Berenice: Lo mejor para ti, supongo.

Juan: Así es… (Triste)

Berenice: Bueno… pues, qué te puedo decir… (Con lágrimas en los ojos) Pensé que yo te importaba pero veo que no.

Juan: No digas eso, claro que me importas.

Berenice: Dices que te vas… no sé que pensar.

Juan: No podemos seguir así, vas a dudar siempre de mí, siempre.

Berenice: Entiéndeme, Juan, por favor te lo pido. Ponte en mi lugar.

Juan: No hace falta, ya lo viví en carne propia y sin imaginarlo.

Berenice: ¿Entonces?

Juan: ¿Quieres que te diga la verdad? ¿Quieres saber qué pasó entre tu hermana y yo en la hacienda? ¿De veras lo quieres saber?

Berenice: No lo sé…

Juan: No pasó nada, Lorena y yo no hicimos nada.

Berenice: ¿De verdad? (Sonríe, aún con lágrimas en los ojos)

Juan: No, ella solamente entró a preguntarme por qué me iba de la casa y supongo fue cuando tú la viste salir del cuarto después.

Berenice: Perdóname.

Juan: ¿Qué tengo que perdonar? No hay nada que perdonar, ya nos lo hemos dicho todo. No hay confianza entre nosotros y cuando no la hay es que algo no va bien. Te lo dije en el hospital. (Resintiéndose de la herida, se lleva una mano al abdomen)

Berenice: Lo sé, lo recuerdo. ¿Estás bien?

Juan: Sí, no es nada, a veces me duele todavía.

Berenice: ¿Ves? No puedes viajar así. No te vayas, por favor, quédate.

Juan: Es mejor que me vaya un tiempo, es lo mejor para los dos.

Berenice: Pero yo no voy a poder estar lejos de ti.

Juan: Ni yo de ti, pero… tal vez esa sea la solución.

Berenice: No quiero que te marches, a poco luego te olvides de mí estando tan lejos.

Juan: O tú de mí.

Berenice: ¿Por qué lo haces todo tan difícil, Juan? ¿Por qué?

Juan: Porque te amo. Te quiero, y me duele mucho todo esto. Mucho más de lo que crees. Jamás pensé que terminaríamos así pero yo no puedo vivir una relación donde todo son celos y dudas.

Berenice: ¿Quieres terminar lo nuestro? ¿Estás hablando en serio? (La chica gira el rostro hacia un lado inconscientemente)

En ese instante Juan se da cuenta de que Berenice tiene varios arañazos en el cuello. Arañazo fruto de la pelea entre la joven y Lorena en el patio de la hacienda.

Juan: ¿Qué te pasó en el cuello? ¿Qué tienes ahí?

Berenice: Nada, no es nada, olvídalo.

Pero Juan le tiende su mano derecha para comprobar el arañazo. El chico le acaricia el rostro con ternura.

Juan: No, déjame ver… ¿Qué es esto?

Berenice: Me pelee con Lorena en la hacienda. (Avergonzada)

Juan: ¿En serio? ¿Por qué?

Berenice: ¿Tú por qué crees? Por el engaño que te hizo, por hacerte sufrir y porque… para que voy a mentir, porque no la aguanto. (Bajando la mirada)

Su novio sonríe tierno, mientras acaricia su mejilla con mucho cariño y amor.

Berenice: A saber qué estarás pensando ahora de mí, lo siento.

Juan: No, claro que no. Mírame (Tomándola de la barbilla, ella alza la mirada con los ojos tristes)

Berenice: Te quiero. (Sonríe)

Juan: Y yo a ti. (Sonríe)

Ambos se quedan en silencio, mirándose a los ojos sin decir nada. Juan sonríe y ella devuelve la sonrisa, más dulce esta vez. Juan la abraza contra su pecho y le acaricia el cabello con mucho amor. Berenice se abraza a él con todas sus fuerzas, como si tratara de evitar que Juan se marche de su lado, de evitar que ese amor tan bonito que los dos se tienen uno al otro se acabé por culpa de terceras personas. Y es que Juan y Berenice no pueden vivir sin el otro. Juan y Berenice se funden en un romántico y apasionado beso. Escuchamos música. La pareja se besa con pasión y a la vez con mucho amor junto a la camioneta de Juan, en mitad de la solitaria carretera comarcal. Berenice y Juan se miran a los ojos, ella sonríe, él responde con una sonrisa y ambos vuelven a besarse nuevamente. Juan se adueña se su boca y ambos se besan sin pausa, sin medida.


Mayré Martínez – Junto a mí

Besa mi piel y hazme sentir
Que conocí el amor, por primera vez… (Música)
Quisiera en tus brazos soñar
Y descubrir que con tu amor me siento viva
Y que tus labios sanan todo mi dolor
Cierro los ojos, ya eres mío
Eres mi red en el vacío
Quisiera en tus brazos soñar
Que te quedas junto a mí, oh… junto a mí.


CONTINUARÁ…