sábado, 30 de junio de 2012

Capítulo 5: Te quiero



BERENICE

CAPITULO 5: TE QUIERO


PUEBLO DE SANTA VICTORIA

La noche avanza. Cayetano se marcha dejando a Nuria sola en el oscuro y tenebroso callejón. La joven se siente sucia, ultrajada. Ha sido salvajemente violada pero está muy asustada y no sabe donde ir. Nuria llora amargamente hasta que finalmente logra ponerse en pie para ir a su casa. La chica avanza varios metros y justo en la calle, se encuentra con Juan, quien acaba de llegar a Santa Victoria en su camioneta. Juan se da cuenta de que Nuria lleva la ropa hecha jirones.



Juan: ¡Nuria! ¡Nuria! ¿Qué te ha pasado?

Nuria: ¡Juan! (Llorando se lanza a abrazarlo)

Juan: ¿Qué tienes, Nuria? ¿Qué te han hecho? (Asustado y preocupado)

Ella no es capaz de articular palabra, Nuria llora desconsolada abrazada a Juan quien trata de consolarla. La joven se derrumba en plena calle. A esa hora de la noche ya no hay nadie, sólo ellos dos.

Juan: Por favor, dime que te pasa. (Angustiado)

Nuria: Me violaron, Juan… (Llorando) ¡Me violaron!

Juan: ¿QUÉEE? No… no puede ser… ¿Cómo que te violaron? ¿Quién? (Indignado se siente impotente)

La joven, presa del llanto y sentada en el suelo se abraza a Juan intentando buscar refugio y consuelo a su dolor. Nuria era virgen y ha sido violada por un desaprensivo como Cayetano. Ante el llanto de la chica, a Juan se le saltan las lágrimas.

Juan: Tenemos que ir a la policía, Nuria. Esto no puede quedar así.

Nuria: ¡No!, no por favor, Juan, no… a la policía no. (Muerta de miedo)

Juan: ¡Tienes que denunciar al desgraciado que te hizo esto! (Enojado)

Nuria: Llévame a mi casa, por favor… te lo ruego… (Llorando) No quiero que nadie se entere, por favor.

Juan: Pero Nuria… (Triste y apenado)

Finalmente Juan accede a llevar a su amiga a su casa. La joven una vez se queda sola se da una ducha ya que se siente sucia tras la brutal violación. En la ducha, Nuria llora desconsolada. Tiene miedo de denunciar a Cayetano ante posibles represalias.



AL DÍA SIGUIENTE...

CASA DE NICOLÁS

En el salón de la humilde casa de Nico, el mejor amigo de Juan conversa con su novia Carolina.



Nicolás: En cuanto tu tío salga del coma y vuelva a la hacienda hablaré con él.

Carolina: ¿Tú crees que aceptará lo nuestro? Tengo miedo, mi amor.

Nicolás: Tendrá que hacerlo, le guste o no. Además vamos a ser padres y eso nada ni nadie lo puede evitar.

Carolina: Todavía no sé como se lo voy a decir a mi familia… (Preocupada)

Nicolás: No te preocupes, mi vida. Vamos a esperar a que Fernando salga del hospital y entonces te prometo que nos casaremos. (Sonríe)

Carolina: ¿En serio Nico? (Sonríe y le abraza) Te quiero.

Nicolás: Y yo a tí. (Se besan)


GUAYMAS


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

En la habitación de Berenice, la joven charla con su abuela Abigail quien se encuentra sentada junto a ella en la cama.



Berenice: ¿Pero qué dices abuela? ¿Cómo que mi abuelo murió? (Impactada por la noticia)

Abigail: Lo siento hija, de veras que lo siento, no te dijimos por tu bien. Ayer fue el funeral, lamento que no pudieras asistir… (Triste)

Berenice: ¿Pero por qué me ocultan las cosas? ¿Por qué? Primero que mi padre está ingresado aquí en el mismo hospital que yo y en coma. Ahora me entero de que mi abuelito murió en el accidente. ¿Pero ustedes me toman por tonta o que diablos les pasa? (Enojada)

Abigail: Entiéndeme Berenice, no era el momento. Estabas muy afectada por lo que pasó. El doctor me dijo que era conveniente esperar unos días para evitarte un ataque de ansiedad. Estabas muy nerviosa el sábado, hija. Fue por tú bien, créeme.

Berenice. Pero yo tenía derecho a saber la verdad, abuela… (Se le saltan las lágrimas) Me hubiera gustado ir al entierro, despedirme de él… (Llorando)

Abigail: Lo sé, mi amor, no llores hija, debes ser fuerte. Estoy segura que tu abuelo no quiere verte sufrir desde donde esté, cariño (Acariciando una de sus mejillas con ternura)

Berenice: (Llorando) Le voy a echar tanto de menos… Estábamos tan unidos… (Llorando desconsolada. Su abuela la abraza con cariño)


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


CASA DE JUAN

En el dormitorio de la pequeña Sofía, alguien toca a la puerta y…



Sofía: ¡Está abierto! (Sentada a su escritorio leyendo un tebeo. En ese momento lo esconde bajo unos libros para fingir que está haciendo tareas de la escuela)

Juan: ¡Te pillé! ¡Jajaja! (Se acerca a su hermana y la abraza)

Sofía: ¿De qué hablas, bobo? (Burlándose)

Juan: Así que haciendo los deberes, ¿Eh? sí, sí… (Se burla aguantando la risa) Menudos deberes…

Sofía: ¡Vale está bien, me cachaste! (Sonríe) Pero no le digas nada a mamá que luego me regaña.

Juan: No se preocupe, mi generala. Será un secreto entre usted y yo. (Haciendo la señal del saludo militar en la sien)

Sofía: Así me gusta, soldado. (Sonríe) Esto es un secreto de Estado, por ningún motivo el enemigo puede saberlo. ¿”Capisci”?

Juan: ¿Capi qué? (Extrañado)

Sofía: ¿Qué si lo has entendido? ¡Menso!

Juan: Ah, jajajaja.

Sofía: Jajajaja

Juan: Con que menso ¿Ah? ¿Cómo que menso? (Haciéndola cosquillas) ¿Cómo que menso? Jajaja.

Sofía: Jajajaja. ¡Yaaa Juan, déjame! ¡Jajajaja!



UNA SEMANA DESPUÉS…

HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ


En el comedor de la mansión, todos los miembros de la familia almuerzan sentados a una gran mesa. Como de costumbre, doña Abigail preside la comida. En la sala se encuentran almorzando junto a ella Diana, Daniel, Lorena y Álvaro.



Diana: ¿Y Carolina? ¿No viene a comer?

Lorena: Me llamó antes por teléfono, me dijo que estaba en el pueblo a ver a una amiga.

Mientras, la abuela de Berenice platica con Daniel sobre un asunto de la finca.

Abigail: ¿Y dices que esa plaga es muy peligrosa para los viñedos, Daniel?

Daniel: Así es, doña Abigail. Si el hongo se extiende nada podrá evitarlo. Tenemos que estar preparados.

Diana: Esta mañana hablé con los peones y me han dicho que nuestras tierras están en perfectas condiciones. Creo que exageras, Daniel.

Álvaro: Aunque así sea, mamá, tenemos que estar al pendiente. Si la enfermedad se propaga, toda la hacienda podría verse seriamente afectada y eso sería desastroso.

Justo en ese instante aparece en la sala Berenice, ya recuperada del accidente y recién salida del hospital. La joven llega acompañada de su gran amiga Jessica.



Berenice: Buenas tardes, que aproveche. (Sonríe)

Abigail: ¡Hija! Cariño pero que sorpresa, no te esperábamos hasta las seis.

Diana: Hola Berenice. ¿Cómo estás?

Berenice: Bien, un poco dolorida todavía pero bien, gracias.

Daniel: Siéntate mi amor, acabamos de comenzar la comida.

La chica se acerca a su novio y ambos se dan un beso. Berenice toma asiento.

Jessica: Bueno yo les dejo que tengo trabajo en la escuela, en una hora empiezan de nuevo las clases.

Lorena: Chao Jessica.

Berenice: Hasta luego, amiga, y gracias por traerme. (Sonríe)

Jessica: De nada Bere.. ¡Nos vemos que llego tarde! (Se marcha)

Abigail: Esta muchacha siempre tan alocada… (Sonríe)

Álvaro: Jajaja, la verdad es que no cambia. Bueno, hermanita, me alegro mucho de que estés de vuelta en casa.

Berenice: Ay Álvaro, estaba deseando llegar. Por cierto gracias por la visita del otro día. Fue toda una sorpresa. (Sonríe) No te esperaba.

Diana: Es que tu hermano es imprevisible, ¿Verdad, mi amor? (Sonríe)

Álvaro: Qué bien me conoces, mamá, jajaja.

Lorena: Bueno y a todo esto, ¿Qué tal está tu padre? ¿Fuiste a ver a Fernando?

Berenice: Sí, pero sigue igual… Los médicos dicen que puede durar semanas así e incluso meses… La verdad es que estoy muy preocupada.

Abigail: Mañana se abrirá el testamento de tu abuelo que en Paz descanse, hija. Todos tenemos que estar presentes, no lo olviden.


Fuera de la casa, en el patio de cuadras de la hacienda, Juan y Nicolás se encuentran acicalando a dos caballos. Mientras Nico cepilla una yegua blanca, Juan le pone la cabezada a un caballo castaño.



Juan: ¿Te vas a casar con Carolina? ¿En serio?

Nicolás: Si, ya lo hemos hablado. En cuanto su tío salga del hospital, nos casaremos.

Juan: Bueno pues te deseo mucha suerte. La vas a necesitar y más cuando se enteren de que ella está embarazada.

Nicolás: Lo sé, sé que no va a ser fácil…

En ese momento les interrumpe Berenice, quien llega hacia las cuadras. Juan la ve llegar y se la queda mirando embobado y enamorado.



Berenice: Buenas tardes, Nicolás, Juan… (Mirando a Juan, sonríe)

Juan: Hola… (Sonríe amigable)

Nicolás: Buenas tardes, señorita. ¿Se le ofrece algo?

Berenice: Sí, quería pedirte que me ensilles a Estela (la yegua) Quiero salir a dar una vuelta por la hacienda.

Nicolás: Ok, señorita. No se preocupe. ¡Vamos! (Llevándose a la yegua de las riendas)

Se hace un silencio, Juan y Berenice se quedan a solas junto a la puerta de las cuadras.

Juan: Qué bueno que ya regresó de nuevo a la casa, Berenice. Me alegra el verla ya tan bien, tan recuperada. (Sonríe)

Berenice: Gracias, Juan… (Sonríe) A mí también me da gusto volver a verte. Quería agradecerte por las flores que me llevaste al hospital y por ser tan bueno conmigo. No tenías por qué hacerlo. Gracias, en verdad.

Juan: No me de las gracias, ya le dije que lo hice con mucho gusto.

Berenice: ¿Amigos?

Juan: Amigos (Sonríe)

Berenice: Hay algo que quería decirte pero no sé por donde empezar, Juan.

Juan: Tú dirás… (Extrañado) ¿Ocurre algo?

Berenice: Nicolás me ha dicho que tienes problemas con la hipoteca de tu casa y que el banco te va a embargar. ¿Es cierto eso? (Preocupada)

Juan: Sí, pero no se preocupe, yo veré como hago…

Berenice: Dime cuanto necesitas y yo te doy un adelanto de tu sueldo. (Sonríe)

Juan: De veras que no hace falta… ya nos las arreglaremos… Es muy amable de tu parte pero no puedo aceptar caridad.

Berenice: No es caridad, Juan, sólo sería un anticipo de tu salario, nada más. O mejor si lo prefieres, un préstamo. Por favor no rechaces mi ayuda. Lo hago porque te estimo.

Juan: Gracias… pero… (Orgulloso)

Berenice: Has sido muy lindo conmigo y no sé como hacer para corresponderte. (Sonríe)

Juan: Bueno, lo pensaré… pero no quiero deberle nada a nadie… (Avergonzado)

Berenice: Está bien, como quieras. Sólo quería ayudar a un amigo.

Juan: ¿Sómos amigos? ¿En serio, señorita?

Berenice: Berenice, quedamos que no más señorita. (Se burla)

Juan: Perdón, Berenice…

Berenice: Claro que somos amigos. Desde hoy si tú quieres podemos ser grandes amigos. ¿Qué te parece?

Juan: Que no sé si yo pueda ser su amigo… (Bajando la mirada)

Berenice: ¿No? (Preocupada) ¿Y eso por qué? Pensé que la pelea de aquel día del agua estaba ya olvidada… No seas orgulloso, anda.

Juan: No es por eso, es que… (Respirando hondo) Es que yo a usted no la veo como una amiga. (Acercándose a ella más)

Berenice: ¿Ah no? ¿Y entonces? No entiendo.

Juan: Me gustas, Berenice. Me gustas mucho.



Berenice: ¿Quéee? (Avergonzada, rehuye la mirada) Ay Juan, creo que estás confundiendo amistad con otra cosa…

Juan: Créeme que jamás en mi vida había tenido algo tan claro como hoy.

Berenice: Creo que es mejor que me vaya. (Dándose la vuelta)



Juan: ¡Espera por favor! (Tomándola del brazo, ella se gira, quedando frente a él, muy cerca)

Berenice: Juan, por favor… esto no está bien…(Avergonzada y nerviosa al sentir al chico tan cerca)

Ambos quedan frente a frente, a escasos centímetros uno del otro. Sus rostros lo dicen todo, existe una fuerte atracción entre los dos. Berenice siente un escalofrío que recorre todo su cuerpo al sentir a Juan tan cerca de ella.

Juan: ¿Qué no está bien? ¿Esto que siento? (Abrazándola)

Berenice: Ay Juan… (Derretida pero a la vez reacia a la situación)

Juan: Eres preciosa… (Sonríe)

Berenice: No sigas, por favor suéltame. Alguien nos puede ver.

Juan: No me importa, ya nada me importa…

Berenice: ¡Pero a mí sí! Recuerda que yo sí estoy comprometida. Esto no está bien. ¡Suéltame!

Juan: No sabes cuanto he deseado tenerte así, tan cerca de mí…

Berenice: Juan… (Mirándose a los ojos) Por favor, no quiero que te hagas ilusiones conmigo. Es mejor que esto quede en una linda amistad.

Juan: ¿No te gusto? ¿Es eso?

Berenice: No me preguntes eso… (Tímida)

Juan: Quiero la verdad. Dime la verdad y te prometo que no te molestaré nunca más.

Berenice: Por favor, no me hagas esto… te lo ruego… (Temblando en sus brazos)

Juan: Respóndeme.

Berenice: Sí, me gustas, pero…

Juan: ¿Pero qué? ¿Cuál es el problema entonces?

Berenice: Tengo novio, Juan. Daniel me ama y yo también a él. (El chico se separa de ella un momento)

Juan: ¿Estás segura de eso que estás diciendo?

Berenice: Ya no lo sé… Desde que te conocí has revolucionado mi vida. La verdad es que no sé que me pasa contigo pero sólo sé que me gusta tu compañía, me gusta platicar contigo, me haces reír…. Nunca me había pasado algo así con nadie más. Yo no quiero sentir esto…

Juan: ¿Qué sientes? Necesito saberlo. Necesito saber si sientes lo mismo que yo siento.

Berenice: Ya, no sigas por favor… No preguntes más.

Juan: Está bien… Como quieras, discúlpame, creo que es mejor que me vaya… Tal vez sea conveniente que deje la hacienda.

Berenice: ¿Qué? ¿Por qué la ibas a dejar? Yo no quiero que te marches.

Juan: No quiero ilusionarme con algo que nunca va a suceder…

Berenice: No digas eso, Juan… (Triste) ¿Ya no quieres ser mi amigo?

Juan: ¿Tu amigo? ¿Puede un hombre ser amigo de la chica que ama?



En ese momento, la joven se emociona y se le saltan las lágrimas.

Berenice: ¿Por qué tienes que ser siempre así? ¿Ah? ¿Por qué siempre logras sacarme una sonrisa? (Llorando de emoción)



Juan: Porque te quiero… (Sonríe)

Berenice: Juan… (Tierna y dulce)

Al mismo tiempo y sin dejarla terminar la frase, Juan la abraza de nuevo contra su pecho. Ambos se quedan cerca, muy cerca, demasiado cerca, tan cerca como para sentir su respiración y el latido de sus corazones. En ese instante Juan acerca sus labios a los de ella, ambos dudan, vacilan unos segundos pero finalmente se funden en un romántico y apasionado beso. Juan besa a Berenice con pasión, con amor y con deseo. La chica se deja llevar y responde al beso con la misma intensidad. Escuchamos música.

Quisiera poder olvidarme de ti – Luis Fonsi

Todavía yo siento tus caricias… y tu respiración sobre mi piel
no hay quien me haga olvidar tu sonrisa
y sigo amándote hoy más que ayer, soñando con volverte a ver.
Cada día que pasa mas me mata tu ausencia… y pierdo la fe
Quisiera poder olvidarme de ti
con otra sacarte por siempre de mí
decirte a la cara que no me haces falta para poder vivir…



GUAYMAS


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

En la habitación donde se encuentra ingresado don Fernando, alguien entra sigilosamente, sin apenas hacer ruido. El padre de Berenice permanece en la cama ajeno a la realidad que le rodea, inmerso en un profundo estado de coma. La maquiavélica Diana se acerca a la cama donde descansa su marido…



Diana: Hola querido… ¿Cómo estás? Ay que pena que no me puedas responder… (Sonríe con maldad) Yo que venía a traerte un regalito… Qué lástima… ¿Pero sabes qué? Que no importa, te lo voy a dar igualmente… (Sacando una jeringuilla de su bolso de mano)

La pérfida villana se dispone a inyectar el contenido de la jeringuilla en la bolsa de suero de don Fernando. Diana pretende liquidar también al padre de Berenice quien es un estorbo en sus planes para apoderarse de la hacienda. La rubia está a punto de pinchar la bolsa de suero, pero justo en ese momento una enfermera entra en la habitación. Diana esconde rápidamente la jeringa, tratando de disimular.

Enfermera: Buenas tardes, señora. ¿Qué? ¿Cómo va al paciente?

Diana: Ay, sigue igual… enfermera. Nada que reacciona. Nos tiene muy preocupados…

Enfermera: Paciencia, no se desesperen, verá como es cosa de unas semanas. A veces vuelven en sí en unos días. Es cuestión de esperar y ver como evoluciona.

Diana: Dios la oiga, señorita, ojalá que así sea. Bueno tengo que irme, sólo pasé a ver como seguía. Hasta luego.

Enfermera: Chao señora.

Ya en el pasillo, Diana maldice la situación.

Diana: ¡Maldita sea! Por culpa de esa estúpida no pude acabar con Fernando. Tengo que impedir que salga de este hospital con vida. (Sacando su celular del bolso y marcando) ¿Cayetano? Cayetano, escúchame bien lo que te voy a decir…


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”


En el porche de la gran mansión familiar, Berenice y Jessica conversan sentadas a una mesa mientras toman unas bebidas. Jessica le echa las cartas (esta mujer es una caja de sorpresas).



Jessica: ¿Qué te besó? ¿Cómo que te besoooó?

Berenice: Fue esta tarde en el patio de cuadras, me agarró por sorpresa. Se me declaró y todo, Jessica. No sé que hacer… (Avergonzada)

Jessica: Ay Bere, que esto me lo veía yo venir… te lo dije… (Barajando las cartas)

Berenice: ¿Quieres dejar eso? Ya te he dicho que yo no creo en esas cosas.

Jessica: Calla, amiga, calla. Tú déjame a mí que soy toda una profesional en esto. El tarot nunca miente, te lo digo yo, nunca. A mí me ha acertado todo, ¡Todooooo!

Berenice: Pero que tarot, ni que nada, si es una baraja española, mensa (Aguantando la risa).

Jessica: Tchisttttt, Bere, “silence please”… Que estoy en “trance”. Aquí veo, veo…

Berenice: ¿Qué ves? (Sorprendida mirando las cartas)

Jessica: ¡Qué te vas a liar con Juan y te va a dar lo tuyo y lo de tu prima! (Burlándose)

Berenice: Jajaja. (Avergonzada) Estás loca. Ya deja de decir pavadas, anda.

Jessica: Oye yo digo lo que dicen las cartas... (Sonríe)

Berenice: Sí, sí, las cartas, ¡anda trae acá! (Agarrando todos los naipes)

Jessica: Jajajaja.

Al mismo tiempo, aparece Juan interrumpiéndolas.



CONTINUARÁ…

jueves, 28 de junio de 2012

Capítulo 4: El Regalo



BERENICE

CAPÍTULO 4: EL REGALO


ESTACION DE AUTOBUSES DE GUAYMAS

Sentado en un banco de la estación, Juan se siente desesperado y preocupado ya que nadie le ayuda con el dinero del boleto para regresar a su pueblo. Justo en ese instante alguien se le acerca y le da unas monedas. Juan alza la mirada. Un chico joven elegantemente vestido se ofrece a ayudarle. Él es Álvaro, el hermano de Lorena quien acaba de regresar a México tras varios años estudiando en Estados Unidos.



Juan: Gracias, joven, la verdad, que muchas gracias. (Sonríe)

Álvaro: No hay de qué. ¿Necesitas más?

Juan: No, no, gracias. Con esto es suficiente, seguro que alguien más me puede ayudar.

Álvaro: OK, no te preocupes, verás como sí, hombre. (Dándole una palmada en la espalda) Bueno, que tengas suerte, chao.

El joven se marcha maleta en mano hacia los andenes para tomar un autobús hacia Santa Victoria, mientras, en la estación, Juan sigue intentando juntar el dinero necesario para el boleto. Finalmente una pareja se ofrece a ayudarle con el restante y Juan puede regresar a casa.


HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”

Ya es noche cerrada. Álvaro llega a la hacienda en un coche manejado por uno de los peones. En el patio, frente a la entrada principal de la casa, se encuentra con Carolina.



Carolina: ¡Alvaro! ¡Álvaro, qué bueno que ya llegaste! (Sonríe)

Álvaro: Hola Carolina. ¿Cómo estás?

Peón: Bueno yo les dejo, señor, señorita… Hasta mañana.

Carolina: Hasta mañana Ezequiel.

Álvaro: ¿Qué ha pasado? El peón me dijo que Berenice, Fernando y don Esteban tuvieron un accidente esta mañana. ¿Se encuentran bien?

Carolina: Jessica me acaba de llamar por teléfono desde Guaymas. Berenice está bien, pero mi tío… Fernando está en coma. Álvaro.

Álvaro: ¿Qué? ¿Cómo que en coma? ¿Y don Esteban? (Sorprendido)

Carolina: Murió, don Esteban murió. No pudieron hacer nada para salvarle.

Álvaro: ¡No puedo creer lo que me dices!

Carolina: Pasa dentro, y te cuento… Ha sido horrible, y precisamente el día de la boda…

Álvaro: Yo quería darle una sorpresa a mi hermana y me encuentro con esto… (Triste)

Ambos entran en la mansión, mientras Carolina le cuenta todo lo sucedido a Álvaro.




AL DÍA SIGUIENTE

GUAYMAS


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

De mañana temprano, Daniel llega al hospital para visitar a su novia. En la habitación se encuentra doña Abigail, dormida en un sillón tras pasar toda la noche en vela preocupada por su nieta y por su hijo Fernando. La abuela de Berenice no se entera de la visita.



Daniel: Buenos días, mi amor (Sonríe)

Berenice: Hola Daniel… (Sonríe)

Daniel: ¿Cómo te sientes? ¿Descansaste?

Berenice: Sí, al final pude dormir un poco pero me duele todo… No sé para cuantos días tendré de estar aquí.

Daniel: Acabo de hablar con el doctor que lleva tu caso y me ha dicho que en una semana podrás volver a casa. No te preocupes.

Berenice: ¿Y mi papá? ¿Y mi abuelito? ¿Cómo están?

Daniel: Lamento decirte que…tu padre está muy grave, cariño.

Berenice: ¿Quéee? (Sentándose en la cama) ¡Ahhh!

Daniel: ¿Estás bien? ¿Te duele mucho?

Berenice: Ahh, sí, aquí en las costillas… ahhh.

Daniel: Don Fernando ingresó muy grave, Berenice. Anoche a las pocas horas de estar en la UVI entró en coma.

Berenice: No… no me digas eso, por favor Daniel, no… ¡Noooo! (Rompiendo a llorar)

Daniel: Tranquila, mi vida, tranquila… (Se acerca y la besa en los labios) Verás como pronto se pondrá bien… Es cuestión de esperar, a veces salen de ese estado a los pocos días.

Berenice: ¿Pero y si no es así? (Llorando)

Daniel: Escúchame, tu padre es un hombre fuerte y estoy seguro que saldrá bien librado de esta. Y ahora cuéntame. ¿Has hablado ya con la policía?

Berenice: No, aún no, pero no tardarán en venir.

Daniel: ¿Cómo pasó el accidente?

Berenice: Alguien intentó matarnos, mi amor.

Daniel: ¿Quéee?

Berenice: Un tipo con un pasamontañas iba manejando una camioneta y nos empujó fuera de la calzada. Fue horrible…

Daniel: Hay que encontrar a ese desgraciado y te juro por Dios que lo va pagar. (Enojado) Te lo prometo.

En ese momento doña Abigail se despierta en su sillón.



Abigail: ¿Daniel? ¿Cómo tan temprano por acá?

Daniel: Hola, buenos días Abigail.

Berenice: Daniel dice que mi papá está en coma. ¿Por qué no me dijiste nada anoche? ¿Por qué?

Abigail: Cálmate hija, cálmate, te lo iba a decir hoy. Anoche te quedaste dormida enseguida, estabas agotada.

Berenice: ¿Y mi abuelo? ¿Dónde está mi abuelito?

Daniel: Esteban…

Abigail: Tu abuelo… (Mirando a Daniel, ambos no dicen nada)

Berenice: ¡HABLEN! Digan algo por el amor de Dios, ¿Qué le pasó a mi abuelo? ¿Está bien?

Pero antes de que Abigail le diga la verdad, una enfermera entra en la habitación. Todos se quedan en silencio. Berenice, muy preocupada por su abuelo se queda pensando en lo peor… Ni Daniel ni Abigail quieren decirle la verdad.


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


En la humilde casa de Juan, el chico conversa con su madre.



Juan: Esta tarde me voy de nuevo a Guaymas, voy a ver si logro ver a la señorita Berenice.

María: Ok, hijo. ¿Te vas en la camioneta?

Juan: Sí, no te preocupes, ya me pasé por el taller a recogerla. Ya está arreglada.

María: Bueno, pues ya me contarás. Espero que esa chica se recupere pronto. Pobre familia, eso de que el día de la boda te pase algo así… debe ser horrible. Me da lástima por ellos, la verdad.

Juan: Sí. Bueno, te dejo. Nos vemos en la noche.

María: Está bien, cariño. Ten cuidado esta vez.

Juan: Descuida, mamá. (Sonríe) Esta vez andaré precavido. Chao.




HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS


En la habitación donde está ingresada Berenice, alguien toca a la puerta...



Berenice: (en cama) ¿Sí? Adelante.

En segundos la puerta de la recámara se abre y en primer plano un gran ramo de rosas blancas ocupa la imagen. Acto seguido aparece trás este inesperado regalo, él, Juan, con una gran sonrisa. Berenice se queda sorprendida y extrañada.

Juan: Disculpe señorita... ¿Es esta la habitación de una tal... Berenice Castilla-Alcaraz? (Sonríe)

La joven trata de contener la risa con las ocurrencias de Juan, pero un sentimiento de ilusión y a la vez de ternura llenan su corazón. La chica sonríe timídamente. Juan responde con una sonrisa, jovial, simpático. Berenice se ruboriza. Escuchamos el estribillo de la canción de la pareja protagonista de esta historia...

David Bisbal y Elena Gadel - Miénteme
Miénteme, condéname, encadéname, sedúceme
Hazme tuya hasta que muera de dolor
Miénteme, castígame, enloquéceme, entrégate al delírio
que esta noche estás conmigo, que esta noche es para mí...

El chico entra en la habitación, cerrando la puerta tras de si y dejando el ramo de flores en un jarrón sobre una mesilla junto a la cama de Berenice. Juan se acerca a ella y…

Juan: Es que me mandaron traerle estas flores…

Berenice: ¿Ah sí? ¿Y de quién son, ah? (Burlándose)

Juan: Me parece que de un chavo menso que se pasó de grosero con ella el otro día en no se donde…

Berenice: Sí, si, creo que le conozco… (Sonríe)

Juan: Dice que esa chava tiene un carácter de los mil demonios, usted no se imagina… (Se burla)

Berenice: Jajajajaja. (Sonríe dulce). Estás loco ¿Eh? De verdad lo tuyo no tiene remedio… ¡Ya cállate anda!

Juan: Creo que necesito un “piscólogo” (Sonríe)

Berenice: ¡Será un psicólogo! Jajajjajaja. Ay ya, por favor, no me hagas reír más (Quejándose del cuerpo) ¡Que me duele!

Juan: ¡Perdón, perdón!

Berenice: Te juro que te libras porque estoy aquí en cama si no te ibas a enterar (Bromeando)

Juan: Sí, casi mejor que esté ahí, sí… porque hasta miedo me dio el día del cubo. Mire que si le da por lanzarme otra cosa… (Sonríe)

La chica agarra un almohadón de la cama y se lo lanza a Juan en la cara.

Berenice: ¡Eres bobo! ¿Eh? (Sonríe) Jajaja.

Juan: Jajajaja.

Y al mismo tiempo Juan sonríe bromista, coqueteando con ella. Berenice no sabe si reír o ahogarlo por ser tan burlón.

Berenice: A ver, don orgulloso… ¿Se puede saber a qué vienen estas flores tan bonitas eh? (Sonríe dulce)

Juan: Pues… pues… (Rascándose la cabeza y mirando al suelo)

Berenice: ¿Qué, ahora te comió la lengua el gato? (Aguantando la risa)

Juan: No, es que… quería disculparme con usted por lo del otro día en la hacienda. Ayer me enteré de su accidente y me preocupé mucho. Intenté venir a verla por la noche pero todavía estaba en urgencias…

Berenice: Lo siento…

Juan: ¿Le gustaron las rosas blancas?

Berenice: Sí, son preciosas, Juan, pero no debiste haberte molestado. (Sonríe) No pasa nada, olvida esa discusión. Ya no importa, en serio.

Juan: Gracias… Y bueno, a todo esto… ¿Qué tal se encuentra? ¿Está bien?

Berenice: Sí, sólo me siento muy cansada y dolorida. Me llevé unos buenos golpes en el carro…

Juan: Entiendo…

Berenice: Dirás que vaya fachas tengo… aquí en cama, en camisón de hospital… (Avergonzada)

Juan: No diga tonterías. Yo la veo muy bonita.

Berenice: Si, menuda bonita… con esta herida en la frente y llena de moratones por todas partes…

En ese momento Juan se acerca más a ella y le toca la frente levemente con su mano derecha. Berenice siente un escalofrío al sentir al tacto la piel de Juan sobre la suya.

Juan: Esto se le curará pronto, no parece muy seria. (Sonríe)

Berenice: Eso espero…

Juan: Siento mucho que el día de su boda terminara así…

Berenice: Más lo siento yo… Por un momento pensé que no lo contaba.

Juan: Disculpe que le pregunte una cosa, señorita… pero… ¿Recuerda qué fue lo que pasó? ¿Recuerda algo del accidente? (Curioso)

Berenice: Bueno, sólo recuerdo que una camioneta intentaba echarnos de la carretera, pero no pudimos identificar al conductor… (Preocupada)

Juan: ¿Quéee? ¿Quiere decir que trataron de matarles? (Sorprendido)

Berenice: Sí, la policía ha estado interrogándome hace unas horas para preguntarme sobre el accidente, pero no creo que logren atrapar a ese criminal. Todavía no sé por qué lo haría…

Juan: Tal vez tengan algún enemigo y su familia no lo sepa, no sé…

Berenice: No lo sé… no quiero pensarlo… Ahora lo que más me preocupa es saber como se encuentra mi papá y mi abuelito.

Juan: Sí, tiene razón… (Pensando: Pobrecita, cuando sepa que don Esteban falleció…)

Berenice: La verdad me ha tomado muy por sorpresa que vinieras a verme hoy. No lo esperaba.

Juan: Es lo menos que podía hacer por usted, siento todo lo que pasó. ¿Me perdona? (Sonríe)

Berenice: Sí, te perdono… pero… con una condición…

Juan: ¿Cuál?

Berenice: ¡Que dejes de llamarme señorita! (Burlándose)

Juan: Jajaja, perdón, es que no se como tratarla… usted es la hija de mi patrona y… bueno yo… (Avergonzado)

Berenice: No te preocupes por eso y no me hables de usted que me haces sentir mayor. Dime Berenice. ¿Ok? (Sonríe)

Juan: Ok señorita Berenice, como usted diga.

Berenice: Jajaja. ¿Pero que te acabo de decir eh?

Juan: Lo siento es la costumbre, jajaja. ¡Perdón!

Berenice: ¿Por qué eres así? (Mirándole a los ojos con ternura)

Juan: ¿Así cómo? No entiendo… (Extrañado)

Berenice: Así de lindo… (Sonríe dulce)

El chico se queda mudo al escuchar a la joven, ambos se pierden en un cruce de miradas y sonrisas sin decir nada. Berenice se siente atraída por Juan pero está comprometida con otro hombre, con Daniel. ¿Será más fuerte esta “amistad” con Juan que el gran amor que ella creía tenerle a su prometido?

Juan: Bueno, ya no la molesto más, sólo vine a ver como estaba, pero ya tengo que marcharme, luego se me hace tarde para volver al pueblo. (Acercándose a la puerta)

Berenice: Espera Juan, no te vayas…

Juan: (Extrañado) ¿Por qué? Imagino que necesitará descansar… no quiero ser una molestia.

Berenice: No me molestas, no digas eso. (Sonríe) Es muy agradable platicar contigo.

Juan: Lo mismo digo. (Sonríe)

Berenice: Muchas gracias por las flores, de verdad, Juan, fue un detalle. (Sonríe)

Juan: No hay de qué, ya le dije, era lo menos que podía hacer.

Berenice: Pero te tomaste la molestia de venir ayer para acá, hoy también… cuando sé de sobra que tienes mucho trabajo el casa de mis abuelos y…

Juan: No se preocupe por eso, Berenice, lo hice con mucho gusto. Y ahora si, ya me tengo que ir. Me alegro de saber que está bien. (Sonríe)

Berenice: Está bien pero… antes de que te vayas me gustaría pedirte un favor…

Juan: Usted dirá, perdón, TÚ dirás….

Berenice: No, nada… olvídalo… (Pensando en silencio: ¿Pero qué haces Berenice, te volviste loca o qué?)

Juan: ¿Seguro? (Extrañado)

Berenice: Sí, seguro, no te preocupes. (Sonríe)

Juan: OK, hasta otro día, espero que se recupere pronto. Cuídese mucho ¿Sí?

Berenice: Y tú también….

El chico se marcha cerrando la puerta, Berenice se queda sola en la habitación del hospital, pensando y hablando consigo misma. La joven mira el ramo de flores y sonríe.



PUEBLO DE SANTA VICTORIA

De noche, Nuria pasea por las calles del pueblo camino de su casa. La joven piensa en lo hablado con Juan el día antes y rompe a llorar. Nuria está muy enamorada de él y no se quiere dar por vencida pero no sabe que el destino le tiene preparado alguien muy especial.



Nuria: ¿Por qué no me das una oportunidad Juan? ¿Por qué? (Entre lágrimas) Yo daría mi vida por estar contigo, por sentir un beso tuyo, por estar siempre a tu lado…

En ese momento, la interrumpe Cayetano, quien a esa hora acaba de salir del bar del pueblo de tomarse unas cervezas con sus amigotes.



Cayetano: ¿A dónde tan solita, mi chula? ¿Qué? ¿Llorando por el Juancho ese?

Nuria: Ay Cayetano, no estoy para tus tonterías…. Déjame sola, por favor.

Cayetano: Deberías fijarte en hombres de verdad y no en niñitos… (Agarrándola del brazo)

Nuria: ¡Suéltame! Aparta, ¡Hueles a alcohol! (Con cara de asco)

Cayetano: ¿A poco no te gustaría probar con un macho de verdad? ¿Ah? (Abrazándola)

Nuria: ¡Que me dejes te digo! ¡Suéltame!

Al mismo tiempo Cayetano le pega una fortísima bofetada.

Cayetano: ¡Cállate, estúpida! O sea que conmigo te haces la estrecha pero bien andas de regalada con el panaderito ese.

Nuria: ¡Eso es mentira!

Cayetano: Escúchame bien escuincla babosa. (Agarrándola con fuerza del cabello y la cintura)

Nuria: (Asustada) Me haces daño…

Cayetano: Ahora te vas a venir conmigo y tú y yo lo vamos a pasar muy rico. Vas a saber lo que es un hombre. (Metiéndole mano bajo la falda y agarrándola las nalgas)

Nuria: ¡Suéltame! ¡Ahhh!

El villano la tapa la boca con una mano y a la fuerza la empuja hacia un oscuro callejón. Cayetano comienza a besarla y a recorrerla por todas partes. Rápidamente le arranca la blusa dejando a la joven en sujetador. Nuria intenta gritar para pedir ayuda pero Cayetano la sacude un fuerte puñetazo. El rudo capataz de la hacienda de los Castilla-Alcaraz, se quita el cinturón. Nuria, bajo él no puede escapar. Cayetano la besa sin descanso. Nuria siente asco y repulsión hacia su agresor. Finalmente el villano consigue su objetivo. Violar a Nuria. La inocente chica llora mientras sufre un brutal abuso sexual a manos de Cayetano.


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

En la habitación de Berenice, la joven habla consigo misma, mirando el ramo de rosas blancas.



Berenice: ¿Qué me pasa con ese chico? No debería sentir todo esto pero es que… Mira, tan lindo que hasta flores me trajo… (Sonríe) Ay, pero por que Daniel no es así, ¿Por qué?

En ese momento tocan a la puerta, Jessica entra en la habitación.



Jessica: ¡Hola amiguis! ¡Ay pero qué bien te veo Bere! (La besa en la mejilla)

Berenice: Hola Jessica. ¿Cómo estás?

Jessica: Pues aquí mija, salí de trabajar y me dije, voy a ver a mi cuatachonga al Hospy. (Viendo las flores) ¡Oyeeee! ¿Y estas rosas tan bonitas de quién son? No me digas… por fin Daniel se dignó en regalarte algo decente, ya era hora guapa… ya era hora…

Berenice: No, no son de Daniel.

Jessica: ¿Ah no? ¿Y entonces?

Berenice: Ay “Yessi”…

Jessica: Uy, uy, uy… que me lo veo venir… no me digas que son de...

Berenice: Acertaste, son de Juan…

Jessica: ¡Omg! ¿Pero qué me estás contando? ¿No me digas que el tal Juan del que me platicabas el otro día es el papacito que me acabo de cruzar ahora en el pasillo?

Berenice: Pero Cállate! ¡Qué te puede escuchar alguien! Además que ya es tarde para dar voces…

Jessica: Anda que los zurzan a todos… Pero cuéntame, cuéntame… (Sentándose junto a ella en la cama)

Berenice: Ay Jessica, Juan se enteró del accidente y hasta que no ha logrado verme no ha parado. La verdad que ese chico me tiene descolocada.

Jessica: ¿Descolocada? Descolocada dice la niña… ¡Lo que te tiene es atontada! ¡Despierta Bere! ¿Pero chica, tú que les das?

Berenice: Yo nada, yo no hice nada. No pienses mal porque no van por ahí los tiros, que te conozco. Juan es… es simplemente un… un amigo, eso es, un amigo.

Jessica: Sí, sí… amigo el ratón del queso…

Berenice: ¡Ya no te burles! Que esto es muy serio, jamás me había pasado algo así.

Jessica: A ti te gusta ese chavo, no me lo niegues más.

Berenice: No me gusta, me cae bien, es buena persona nada más…

Jessica: No te creo nada…

Berenice: Ay, ya por favor, es lindo sí, es lindo pero… Yo amo a Daniel, Jessica, él es mi novio y me iba a casar con él.

Jessica: Te ibas, tu lo has dicho, guapa, te ibas, porque me da que ahora ya ni bodorrio va a haber.

Berenice: Ya no sigas con eso, te lo ruego.

Jessica: Dime la verdad, ¿Te gusta ese chico? Y no me mientas porque te conozco desde preescolar.

Berenice: No sé si me gusta, sólo sé que… que me siento bien en su compañía, me hace reír, es tierno, sincero… Bromista que no te quiero ni contar, por cierto… (Molesta)

Jessica: Jajajaja.

Berenice: ¡No te rías de mí! (Enojada)

Jessica: Si no me río de ti, me río de lo que me cuentas. A ver yo sé que esto te ha tomado por sorpresa y que estás hecha un lío, lo entiendo, pero no me vas a negar que ese chico te mueve el piso. Que tendré seis dioptrías pero tan ciega no estoy.

Berenice: ¿Sabes? Cuando me tocó sentí algo muy extraño…

Jessica: ¿Qué te tocó? ¿En dóndeeee? ¡Qué atrevido! (Burlándose)

Berenice: Jajaja, no pienses cosas raras, me tocó en la frente, por lo de la herida.

Jessica: Que ya lo séeee.

Berenice: Sentí como…

Jessica: Como si te recorriera electricidad por el cuerpo ¿A que sí?

Berenice: Sí… (Avergonzada)


HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ

En el comedor de la mansión, toda la familia se reune para cenar a una elegante y gran mesa ovalada. Doña Abigail, Diana, Daniel, Carolina, Lorena y el recién llegado Álvaro, conversan mientras degustan del menú. Abigail preside la mesa en uno de los extremos.



Abigail: Ahora que Esteban murió, muchas cosas van a cambiar en la hacienda.

Daniel: Imagino se abrirá el testamento de su marido, ¿Verdad doña Abigail?

Abigail: Así es…

Carolina: Deberíamos esperar a que mi tío y Berenice salgan del hospital para hablar de estas cosas ¿No les parece?

Diana: Carolina tiene razón, ahora lo importante es que tanto Fernando como Berenice se recuperen pronto. Tiempo habrá para hablar de herencias y papeleos.

Abigail: Todavía no le he dicho nada a mi nieta sobre Esteban, la verdad es que no sé como hacer.

Álvaro: Creo que lo mejor será esperar a que mi hermana regrese a la hacienda.

Daniel: Es una lástima que Berenice y don Fernando no hayan podido asistir al entierro esta tarde…

Lorena: Siento mucho lo de don Esteban, doña Abigail. Le vamos a echar mucho de menos…

Daniel: Era un gran hombre, no se merecía morir así…

Abigail: Carol, hija, apenas has probado bocado. ¿Te encuentras bien?

Carolina: Sí, es que estoy cansada… Creo que me iré pronto a dormir.

Lorena: Yo también, quiero ir a visitar a mi hermanita mañana a primera hora. ¿Puedo ir contigo Daniel?

Álvaro: A mí también me gustaría ir, hace más de un año que no veo a mi hermana.

Abigail: Berenice no es tu hermana (Molesta)

Diana: Bueno, mujer, pero como si lo fueran… (Sonríe falsa)

Daniel: Está bien… yo los llevo. Berenice y yo tenemos que hablar sobre la boda, habrá que posponer la fecha para más adelante… Quizá para finales de julio.

Diana: Creo que deberíais esperar unos meses, por respeto a la memoria de don Esteban.

Álvaro: Así es, la familia está de duelo ahora. No sería bien visto que se celebrara una boda tan pronto y más después de la tragedia que hemos sufrido.

Diana: Siento mucho que tu regreso a México haya sido tan desagradable, hijo… La verdad que nadie se esperaba que ocurriría esta desgracia.

Carolina: Por cierto. ¿Y quién se queda con Berenice esta noche?

Abigail: Jessica, ella se ofreció, esa muchacha vale oro.

Daniel: Sí… es muy buena onda. Berenice no podía tener una amiga mejor, la verdad. (Sonríe falsamente)



HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

En la habitación de Berenice…



Jessica: Ay Bere, ay Bere…

Berenice: ¿Qué? (Extrañada)

Jessica: Que Juan te gusta aunque no lo quieras reconocer.

Berenice: Pero yo no quiero sentir esto, no quiero. Yo amo a Daniel y el me ama a mí.

Jessica: Mira amiga, una cosa te voy a preguntar ¿Ok?

Berenice: A ver… ¿De qué se trata?

Jessica: Dime la verdad, ¿cuando estás con Daniel sientes lo mismo que con Juan?

Berenice: Bueno… es que…Daniel es tan diferente de él…

Jessica: ¿Diferente en qué?

Berenice: Daniel es más rudo, más…

Jessica: ¿Ves? Has visto cosas en Juan que no tiene Daniel, es por eso que te gusta. Antes me has dicho que te agrada su compañía, que te hace reír, que bla,bla,bla…

Berenice: Ya, por favor, no sigas Jessica.

Jessica: Ok, está bien Berenice, pero yo una cosa te digo. Si ese chico te gusta, tarde a temprano te vas a dar cuenta. Acuérdate de lo que estoy diciendo.


CONTINUARA