BERENICE
CAPITULO 5: TE QUIERO
PUEBLO DE SANTA VICTORIA
La noche avanza. Cayetano se marcha dejando a Nuria sola en el oscuro y tenebroso callejón. La joven se siente sucia, ultrajada. Ha sido salvajemente violada pero está muy asustada y no sabe donde ir. Nuria llora amargamente hasta que finalmente logra ponerse en pie para ir a su casa. La chica avanza varios metros y justo en la calle, se encuentra con Juan, quien acaba de llegar a Santa Victoria en su camioneta. Juan se da cuenta de que Nuria lleva la ropa hecha jirones.
Juan: ¡Nuria! ¡Nuria! ¿Qué te ha pasado?
Nuria: ¡Juan! (Llorando se lanza a abrazarlo)
Juan: ¿Qué tienes, Nuria? ¿Qué te han hecho? (Asustado y preocupado)
Ella no es capaz de articular palabra, Nuria llora desconsolada abrazada a Juan quien trata de consolarla. La joven se derrumba en plena calle. A esa hora de la noche ya no hay nadie, sólo ellos dos.
Juan: Por favor, dime que te pasa. (Angustiado)
Nuria: Me violaron, Juan… (Llorando) ¡Me violaron!
Juan: ¿QUÉEE? No… no puede ser… ¿Cómo que te violaron? ¿Quién? (Indignado se siente impotente)
La joven, presa del llanto y sentada en el suelo se abraza a Juan intentando buscar refugio y consuelo a su dolor. Nuria era virgen y ha sido violada por un desaprensivo como Cayetano. Ante el llanto de la chica, a Juan se le saltan las lágrimas.
Juan: Tenemos que ir a la policía, Nuria. Esto no puede quedar así.
Nuria: ¡No!, no por favor, Juan, no… a la policía no. (Muerta de miedo)
Juan: ¡Tienes que denunciar al desgraciado que te hizo esto! (Enojado)
Nuria: Llévame a mi casa, por favor… te lo ruego… (Llorando) No quiero que nadie se entere, por favor.
Juan: Pero Nuria… (Triste y apenado)
Finalmente Juan accede a llevar a su amiga a su casa. La joven una vez se queda sola se da una ducha ya que se siente sucia tras la brutal violación. En la ducha, Nuria llora desconsolada. Tiene miedo de denunciar a Cayetano ante posibles represalias.
AL DÍA SIGUIENTE...
CASA DE NICOLÁS
En el salón de la humilde casa de Nico, el mejor amigo de Juan conversa con su novia Carolina.
Nicolás: En cuanto tu tío salga del coma y vuelva a la hacienda hablaré con él.
Carolina: ¿Tú crees que aceptará lo nuestro? Tengo miedo, mi amor.
Nicolás: Tendrá que hacerlo, le guste o no. Además vamos a ser padres y eso nada ni nadie lo puede evitar.
Carolina: Todavía no sé como se lo voy a decir a mi familia… (Preocupada)
Nicolás: No te preocupes, mi vida. Vamos a esperar a que Fernando salga del hospital y entonces te prometo que nos casaremos. (Sonríe)
Carolina: ¿En serio Nico? (Sonríe y le abraza) Te quiero.
Nicolás: Y yo a tí. (Se besan)
GUAYMAS
HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS
En la habitación de Berenice, la joven charla con su abuela Abigail quien se encuentra sentada junto a ella en la cama.
Berenice: ¿Pero qué dices abuela? ¿Cómo que mi abuelo murió? (Impactada por la noticia)
Abigail: Lo siento hija, de veras que lo siento, no te dijimos por tu bien. Ayer fue el funeral, lamento que no pudieras asistir… (Triste)
Berenice: ¿Pero por qué me ocultan las cosas? ¿Por qué? Primero que mi padre está ingresado aquí en el mismo hospital que yo y en coma. Ahora me entero de que mi abuelito murió en el accidente. ¿Pero ustedes me toman por tonta o que diablos les pasa? (Enojada)
Abigail: Entiéndeme Berenice, no era el momento. Estabas muy afectada por lo que pasó. El doctor me dijo que era conveniente esperar unos días para evitarte un ataque de ansiedad. Estabas muy nerviosa el sábado, hija. Fue por tú bien, créeme.
Berenice. Pero yo tenía derecho a saber la verdad, abuela… (Se le saltan las lágrimas) Me hubiera gustado ir al entierro, despedirme de él… (Llorando)
Abigail: Lo sé, mi amor, no llores hija, debes ser fuerte. Estoy segura que tu abuelo no quiere verte sufrir desde donde esté, cariño (Acariciando una de sus mejillas con ternura)
Berenice: (Llorando) Le voy a echar tanto de menos… Estábamos tan unidos… (Llorando desconsolada. Su abuela la abraza con cariño)
PUEBLO DE SANTA VICTORIA
CASA DE JUAN
En el dormitorio de la pequeña Sofía, alguien toca a la puerta y…
Sofía: ¡Está abierto! (Sentada a su escritorio leyendo un tebeo. En ese momento lo esconde bajo unos libros para fingir que está haciendo tareas de la escuela)
Juan: ¡Te pillé! ¡Jajaja! (Se acerca a su hermana y la abraza)
Sofía: ¿De qué hablas, bobo? (Burlándose)
Juan: Así que haciendo los deberes, ¿Eh? sí, sí… (Se burla aguantando la risa) Menudos deberes…
Sofía: ¡Vale está bien, me cachaste! (Sonríe) Pero no le digas nada a mamá que luego me regaña.
Juan: No se preocupe, mi generala. Será un secreto entre usted y yo. (Haciendo la señal del saludo militar en la sien)
Sofía: Así me gusta, soldado. (Sonríe) Esto es un secreto de Estado, por ningún motivo el enemigo puede saberlo. ¿”Capisci”?
Juan: ¿Capi qué? (Extrañado)
Sofía: ¿Qué si lo has entendido? ¡Menso!
Juan: Ah, jajajaja.
Sofía: Jajajaja
Juan: Con que menso ¿Ah? ¿Cómo que menso? (Haciéndola cosquillas) ¿Cómo que menso? Jajaja.
Sofía: Jajajaja. ¡Yaaa Juan, déjame! ¡Jajajaja!
UNA SEMANA DESPUÉS…
HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ
En el comedor de la mansión, todos los miembros de la familia almuerzan sentados a una gran mesa. Como de costumbre, doña Abigail preside la comida. En la sala se encuentran almorzando junto a ella Diana, Daniel, Lorena y Álvaro.
Diana: ¿Y Carolina? ¿No viene a comer?
Lorena: Me llamó antes por teléfono, me dijo que estaba en el pueblo a ver a una amiga.
Mientras, la abuela de Berenice platica con Daniel sobre un asunto de la finca.
Abigail: ¿Y dices que esa plaga es muy peligrosa para los viñedos, Daniel?
Daniel: Así es, doña Abigail. Si el hongo se extiende nada podrá evitarlo. Tenemos que estar preparados.
Diana: Esta mañana hablé con los peones y me han dicho que nuestras tierras están en perfectas condiciones. Creo que exageras, Daniel.
Álvaro: Aunque así sea, mamá, tenemos que estar al pendiente. Si la enfermedad se propaga, toda la hacienda podría verse seriamente afectada y eso sería desastroso.
Justo en ese instante aparece en la sala Berenice, ya recuperada del accidente y recién salida del hospital. La joven llega acompañada de su gran amiga Jessica.
Berenice: Buenas tardes, que aproveche. (Sonríe)
Abigail: ¡Hija! Cariño pero que sorpresa, no te esperábamos hasta las seis.
Diana: Hola Berenice. ¿Cómo estás?
Berenice: Bien, un poco dolorida todavía pero bien, gracias.
Daniel: Siéntate mi amor, acabamos de comenzar la comida.
La chica se acerca a su novio y ambos se dan un beso. Berenice toma asiento.
Jessica: Bueno yo les dejo que tengo trabajo en la escuela, en una hora empiezan de nuevo las clases.
Lorena: Chao Jessica.
Berenice: Hasta luego, amiga, y gracias por traerme. (Sonríe)
Jessica: De nada Bere.. ¡Nos vemos que llego tarde! (Se marcha)
Abigail: Esta muchacha siempre tan alocada… (Sonríe)
Álvaro: Jajaja, la verdad es que no cambia. Bueno, hermanita, me alegro mucho de que estés de vuelta en casa.
Berenice: Ay Álvaro, estaba deseando llegar. Por cierto gracias por la visita del otro día. Fue toda una sorpresa. (Sonríe) No te esperaba.
Diana: Es que tu hermano es imprevisible, ¿Verdad, mi amor? (Sonríe)
Álvaro: Qué bien me conoces, mamá, jajaja.
Lorena: Bueno y a todo esto, ¿Qué tal está tu padre? ¿Fuiste a ver a Fernando?
Berenice: Sí, pero sigue igual… Los médicos dicen que puede durar semanas así e incluso meses… La verdad es que estoy muy preocupada.
Abigail: Mañana se abrirá el testamento de tu abuelo que en Paz descanse, hija. Todos tenemos que estar presentes, no lo olviden.
Fuera de la casa, en el patio de cuadras de la hacienda, Juan y Nicolás se encuentran acicalando a dos caballos. Mientras Nico cepilla una yegua blanca, Juan le pone la cabezada a un caballo castaño.
Juan: ¿Te vas a casar con Carolina? ¿En serio?
Nicolás: Si, ya lo hemos hablado. En cuanto su tío salga del hospital, nos casaremos.
Juan: Bueno pues te deseo mucha suerte. La vas a necesitar y más cuando se enteren de que ella está embarazada.
Nicolás: Lo sé, sé que no va a ser fácil…
En ese momento les interrumpe Berenice, quien llega hacia las cuadras. Juan la ve llegar y se la queda mirando embobado y enamorado.
Berenice: Buenas tardes, Nicolás, Juan… (Mirando a Juan, sonríe)
Juan: Hola… (Sonríe amigable)
Nicolás: Buenas tardes, señorita. ¿Se le ofrece algo?
Berenice: Sí, quería pedirte que me ensilles a Estela (la yegua) Quiero salir a dar una vuelta por la hacienda.
Nicolás: Ok, señorita. No se preocupe. ¡Vamos! (Llevándose a la yegua de las riendas)
Se hace un silencio, Juan y Berenice se quedan a solas junto a la puerta de las cuadras.
Juan: Qué bueno que ya regresó de nuevo a la casa, Berenice. Me alegra el verla ya tan bien, tan recuperada. (Sonríe)
Berenice: Gracias, Juan… (Sonríe) A mí también me da gusto volver a verte. Quería agradecerte por las flores que me llevaste al hospital y por ser tan bueno conmigo. No tenías por qué hacerlo. Gracias, en verdad.
Juan: No me de las gracias, ya le dije que lo hice con mucho gusto.
Berenice: ¿Amigos?
Juan: Amigos (Sonríe)
Berenice: Hay algo que quería decirte pero no sé por donde empezar, Juan.
Juan: Tú dirás… (Extrañado) ¿Ocurre algo?
Berenice: Nicolás me ha dicho que tienes problemas con la hipoteca de tu casa y que el banco te va a embargar. ¿Es cierto eso? (Preocupada)
Juan: Sí, pero no se preocupe, yo veré como hago…
Berenice: Dime cuanto necesitas y yo te doy un adelanto de tu sueldo. (Sonríe)
Juan: De veras que no hace falta… ya nos las arreglaremos… Es muy amable de tu parte pero no puedo aceptar caridad.
Berenice: No es caridad, Juan, sólo sería un anticipo de tu salario, nada más. O mejor si lo prefieres, un préstamo. Por favor no rechaces mi ayuda. Lo hago porque te estimo.
Juan: Gracias… pero… (Orgulloso)
Berenice: Has sido muy lindo conmigo y no sé como hacer para corresponderte. (Sonríe)
Juan: Bueno, lo pensaré… pero no quiero deberle nada a nadie… (Avergonzado)
Berenice: Está bien, como quieras. Sólo quería ayudar a un amigo.
Juan: ¿Sómos amigos? ¿En serio, señorita?
Berenice: Berenice, quedamos que no más señorita. (Se burla)
Juan: Perdón, Berenice…
Berenice: Claro que somos amigos. Desde hoy si tú quieres podemos ser grandes amigos. ¿Qué te parece?
Juan: Que no sé si yo pueda ser su amigo… (Bajando la mirada)
Berenice: ¿No? (Preocupada) ¿Y eso por qué? Pensé que la pelea de aquel día del agua estaba ya olvidada… No seas orgulloso, anda.
Juan: No es por eso, es que… (Respirando hondo) Es que yo a usted no la veo como una amiga. (Acercándose a ella más)
Berenice: ¿Ah no? ¿Y entonces? No entiendo.
Juan: Me gustas, Berenice. Me gustas mucho.
Berenice: ¿Quéee? (Avergonzada, rehuye la mirada) Ay Juan, creo que estás confundiendo amistad con otra cosa…
Juan: Créeme que jamás en mi vida había tenido algo tan claro como hoy.
Berenice: Creo que es mejor que me vaya. (Dándose la vuelta)
Juan: ¡Espera por favor! (Tomándola del brazo, ella se gira, quedando frente a él, muy cerca)
Berenice: Juan, por favor… esto no está bien…(Avergonzada y nerviosa al sentir al chico tan cerca)
Ambos quedan frente a frente, a escasos centímetros uno del otro. Sus rostros lo dicen todo, existe una fuerte atracción entre los dos. Berenice siente un escalofrío que recorre todo su cuerpo al sentir a Juan tan cerca de ella.
Juan: ¿Qué no está bien? ¿Esto que siento? (Abrazándola)
Berenice: Ay Juan… (Derretida pero a la vez reacia a la situación)
Juan: Eres preciosa… (Sonríe)
Berenice: No sigas, por favor suéltame. Alguien nos puede ver.
Juan: No me importa, ya nada me importa…
Berenice: ¡Pero a mí sí! Recuerda que yo sí estoy comprometida. Esto no está bien. ¡Suéltame!
Juan: No sabes cuanto he deseado tenerte así, tan cerca de mí…
Berenice: Juan… (Mirándose a los ojos) Por favor, no quiero que te hagas ilusiones conmigo. Es mejor que esto quede en una linda amistad.
Juan: ¿No te gusto? ¿Es eso?
Berenice: No me preguntes eso… (Tímida)
Juan: Quiero la verdad. Dime la verdad y te prometo que no te molestaré nunca más.
Berenice: Por favor, no me hagas esto… te lo ruego… (Temblando en sus brazos)
Juan: Respóndeme.
Berenice: Sí, me gustas, pero…
Juan: ¿Pero qué? ¿Cuál es el problema entonces?
Berenice: Tengo novio, Juan. Daniel me ama y yo también a él. (El chico se separa de ella un momento)
Juan: ¿Estás segura de eso que estás diciendo?
Berenice: Ya no lo sé… Desde que te conocí has revolucionado mi vida. La verdad es que no sé que me pasa contigo pero sólo sé que me gusta tu compañía, me gusta platicar contigo, me haces reír…. Nunca me había pasado algo así con nadie más. Yo no quiero sentir esto…
Juan: ¿Qué sientes? Necesito saberlo. Necesito saber si sientes lo mismo que yo siento.
Berenice: Ya, no sigas por favor… No preguntes más.
Juan: Está bien… Como quieras, discúlpame, creo que es mejor que me vaya… Tal vez sea conveniente que deje la hacienda.
Berenice: ¿Qué? ¿Por qué la ibas a dejar? Yo no quiero que te marches.
Juan: No quiero ilusionarme con algo que nunca va a suceder…
Berenice: No digas eso, Juan… (Triste) ¿Ya no quieres ser mi amigo?
Juan: ¿Tu amigo? ¿Puede un hombre ser amigo de la chica que ama?
En ese momento, la joven se emociona y se le saltan las lágrimas.
Berenice: ¿Por qué tienes que ser siempre así? ¿Ah? ¿Por qué siempre logras sacarme una sonrisa? (Llorando de emoción)
Juan: Porque te quiero… (Sonríe)
Berenice: Juan… (Tierna y dulce)
Al mismo tiempo y sin dejarla terminar la frase, Juan la abraza de nuevo contra su pecho. Ambos se quedan cerca, muy cerca, demasiado cerca, tan cerca como para sentir su respiración y el latido de sus corazones. En ese instante Juan acerca sus labios a los de ella, ambos dudan, vacilan unos segundos pero finalmente se funden en un romántico y apasionado beso. Juan besa a Berenice con pasión, con amor y con deseo. La chica se deja llevar y responde al beso con la misma intensidad. Escuchamos música.
Quisiera poder olvidarme de ti – Luis Fonsi
Todavía yo siento tus caricias… y tu respiración sobre mi piel
no hay quien me haga olvidar tu sonrisa
y sigo amándote hoy más que ayer, soñando con volverte a ver.
Cada día que pasa mas me mata tu ausencia… y pierdo la fe
Quisiera poder olvidarme de ti
con otra sacarte por siempre de mí
decirte a la cara que no me haces falta para poder vivir…
GUAYMAS
HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS
En la habitación donde se encuentra ingresado don Fernando, alguien entra sigilosamente, sin apenas hacer ruido. El padre de Berenice permanece en la cama ajeno a la realidad que le rodea, inmerso en un profundo estado de coma. La maquiavélica Diana se acerca a la cama donde descansa su marido…
Diana: Hola querido… ¿Cómo estás? Ay que pena que no me puedas responder… (Sonríe con maldad) Yo que venía a traerte un regalito… Qué lástima… ¿Pero sabes qué? Que no importa, te lo voy a dar igualmente… (Sacando una jeringuilla de su bolso de mano)
La pérfida villana se dispone a inyectar el contenido de la jeringuilla en la bolsa de suero de don Fernando. Diana pretende liquidar también al padre de Berenice quien es un estorbo en sus planes para apoderarse de la hacienda. La rubia está a punto de pinchar la bolsa de suero, pero justo en ese momento una enfermera entra en la habitación. Diana esconde rápidamente la jeringa, tratando de disimular.
Enfermera: Buenas tardes, señora. ¿Qué? ¿Cómo va al paciente?
Diana: Ay, sigue igual… enfermera. Nada que reacciona. Nos tiene muy preocupados…
Enfermera: Paciencia, no se desesperen, verá como es cosa de unas semanas. A veces vuelven en sí en unos días. Es cuestión de esperar y ver como evoluciona.
Diana: Dios la oiga, señorita, ojalá que así sea. Bueno tengo que irme, sólo pasé a ver como seguía. Hasta luego.
Enfermera: Chao señora.
Ya en el pasillo, Diana maldice la situación.
Diana: ¡Maldita sea! Por culpa de esa estúpida no pude acabar con Fernando. Tengo que impedir que salga de este hospital con vida. (Sacando su celular del bolso y marcando) ¿Cayetano? Cayetano, escúchame bien lo que te voy a decir…
HACIENDA “CASTILLA-ALCARAZ”
En el porche de la gran mansión familiar, Berenice y Jessica conversan sentadas a una mesa mientras toman unas bebidas. Jessica le echa las cartas (esta mujer es una caja de sorpresas).
Jessica: ¿Qué te besó? ¿Cómo que te besoooó?
Berenice: Fue esta tarde en el patio de cuadras, me agarró por sorpresa. Se me declaró y todo, Jessica. No sé que hacer… (Avergonzada)
Jessica: Ay Bere, que esto me lo veía yo venir… te lo dije… (Barajando las cartas)
Berenice: ¿Quieres dejar eso? Ya te he dicho que yo no creo en esas cosas.
Jessica: Calla, amiga, calla. Tú déjame a mí que soy toda una profesional en esto. El tarot nunca miente, te lo digo yo, nunca. A mí me ha acertado todo, ¡Todooooo!
Berenice: Pero que tarot, ni que nada, si es una baraja española, mensa (Aguantando la risa).
Jessica: Tchisttttt, Bere, “silence please”… Que estoy en “trance”. Aquí veo, veo…
Berenice: ¿Qué ves? (Sorprendida mirando las cartas)
Jessica: ¡Qué te vas a liar con Juan y te va a dar lo tuyo y lo de tu prima! (Burlándose)
Berenice: Jajaja. (Avergonzada) Estás loca. Ya deja de decir pavadas, anda.
Jessica: Oye yo digo lo que dicen las cartas... (Sonríe)
Berenice: Sí, sí, las cartas, ¡anda trae acá! (Agarrando todos los naipes)
Jessica: Jajajaja.
Al mismo tiempo, aparece Juan interrumpiéndolas.
CONTINUARÁ…