viernes, 20 de julio de 2012

Capítulo 9: Porque te amo



BERENICE

CAPITULO 9: PORQUE TE AMO


AEROPUERTO INTERNACIONAL BENITO JUAREZ, CIUDAD DE MÉXICO

En el área de salidas del aeropuerto, junto al control de pasajeros, Juan continúa llamando a Berenice a gritos delante de todos los viajeros. El chico es sujetado por dos policías que intentan llevárselo del lugar. Jessica mira a Berenice a lo lejos, la morena no puede contener el llanto al ver como los guardias se llevan a Juan sin remedio. Por megafonía se escucha la última llamada de su vuelo. En ese instante Berenice ve el rostro de Juan, deshecho en lágrimas y en dolor. La joven siente que se le parte el corazón y no es capaz de cruzar de la puerta de embarque. Una azafata le pide su pasaporte.



Azafata: Señorita, por favor, es la última en abordar el avión. El vuelo va a despegar en 10 minutos.

En los controles Jessica llora al ver a Juan sufriendo por su amiga y se siente impotente por no poder ayudarlo. Junto a la puerta de embarque Berenice permanece en silencio. La azafata le insiste nuevamente, pero al verla con lágrimas en los ojos le pregunta.

Azafata: ¿Señorita? ¿Se encuentra bien?

Berenice: Si… (Mirando a Juan a lo lejos) Sí… perdone…

Azafata: Su pasaporte y la tarjeta de embarque.

La joven le entrega la documentación, mientras no deja de voltear la mirada hacia Juan y Jessica.

En la distancia, Juan sigue llamándola a voces delante de todos los pasajeros. Los policías no pueden controlarlo, Juan se les escapa de las manos y cruza el umbral del detector de metales. Jessica se queda sin palabras ante tal reacción. Los policías salen tras el chico a la carrera, Juan corre a toda prisa para impedir que la chica que ama se suba al avión. Berenice está a punto de cruzar la puerta de embarque. Juan corre en su busca, por un momento se choca con un señor y se cae al suelo pero inmediatamente se pone de pie y sigue su camino en medio de la gente. Los policías no le dan alcance.

Juan: ¡Berenice, no te vayas! ¡No me dejes!

La chica atraviesa la puerta de embarque, la azafata cierra el portón segundos antes de que Juan llegue junto a ella.



El joven intenta por todos los medios de detener la salida del avión. Los policías le pierden de vista entre la muchedumbre y no logran divisar dónde se encuentra Juan. Los avisos de salidas y llegadas del aeropuerto continúan.

Megafonía: Pasajeros del vuelo AR1557 destino Buenos Aires, embarque por puerta 25B, Buenos Aires puerta 25B.

Nuestro protagonista llega finalmente, y agotado por la intensa carrera, a la puerta de embarque del vuelo a Madrid.

Juan: Por favor señorita, abra esa puerta, por favor, se lo pido, ábrala por favor… (Llorando)

Azafata: Lo siento, señor, el vuelo va a despegar.

Juan: Se lo ruego, mi novia viaja en este avión. Necesito hablar con ella, por favor… no me haga esto. (Rogándole)

Azafata: No puedo, joven, ya se lo he dicho, si le dejo pasar me metería en problemas a mí. Es el reglamento. (La chica se emociona al verle llorar)

Juan se lleva las manos a la cabeza, no puede creerse que haya llegado tarde al aeropuerto. El joven da un puñetazo en la puerta de embarque, ante la mirada de la azafata. Juan se derrumba de dolor y desesperación, el llanto es incontrolable. Juan se acerca a los ventanales del aeropuerto. El avión de Iberia se dirige hacia las pistas.

Azafata: ¿Se siente bien, joven? De veras que lo siento… (Apenada)

Juan: No importa… lo entiendo… es su trabajo… más lo siento yo… (Triste)

El avión aumenta la velocidad en pista, en segundos el aparato levanta las ruedas del suelo. El inmenso boeing 747 despega de México rumbo a España.


HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ, SONORA


En el salón de la mansión, Diana platica con su hija Lorena. Ambas sentadas en el sofá, tomándose sendas tazas de café.



Lorena: ¿Cómo que Berenice se fue a España? ¿Pero qué dices, mamá?

Diana: Así, como lo oyes, mi vida. No se que mosca la picó ahora a tu hermanita pero bueno, casi mejor…

Lorena: No entiendo nada…

Diana: Y yo menos, hija, pero míralo por el lado bueno, ahora tienes camino libre con Daniel. (Sonríe)

Lorena: Y dale con Daniel… (Molesta) Te he dicho que no me interesa tener nada que ver con ese imbécil. ¿Está claro?

Diana: Pero Lorena… no seas necia, él es el hombre que nos conviene.

Lorena: Pues si tanto nos conviene, cásate tú con él, no te fastidia.

Diana: Si tuviera tu edad, vaya que lo haría, pero no es el caso. Deja las estupideces y madura que ya va siendo hora.

Lorena: Te dije que el chico que me gusta es Juan y voy a conquistarlo a cómo de lugar y más ahora que la naca de Berenice se ha largado a España. (Sonríe)

Diana: (Suspirando) Siempre tiene que ser lo que tu digas. Está bien, está bien… Haz lo que quieras pero si luego el peoncito ese no quiere nada contigo, a mi no me vengas a llorar.

Lorena: Claro que va a querer. Yo sé como seducir a un hombre, al fin y al cabo todos son iguales y no hay nada mejor que unas curvas como estas para hacer que Juan se enamore de mí.

Diana: El físico no lo es todo en la vida, Lorena.

Lorena: Eso lo dicen las viejas como tú, a poco y no te diste cuenta de eso ya, mamá. Estás acabada.

Diana: Qué más quisieras tú que llegar a mi edad así. (Enojada)

Lorena: Ahora lo que voy a hacer es encargarme de que Juan olvide a la estúpida de Berenice. Ese papacito va a ser mío.

Diana: Dime la verdad. ¿Te gusta nada más o realmente estás enamorada de Juan?

Lorena: Estoy enamorada de él, mamá.


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


En casa de Juan, doña María charla con Nicolás, el mejor amigo de su hijo.



María: Así que al final se marchó al DF, dijo que era capaz incluso de irse a España tras esa muchacha, Nico. Juan me tiene muy preocupada.

Nicolás: Está enamorado, madrina, eso es todo. El quiere a Berenice, está loco por ella.

María: Pero aquí estamos su mamá y su hermana. No puede irse a España así como así y dejarnos solas. ¿Es que no lo ves?

Nicolás: Yo se lo dije ayer cuando me despedí de él antes de que tomara el autobús al DF, pero no me hizo caso.

María: Ojala haya logrado alcanzarla porque si no… (Preocupada)


AEROPUERTO INTERNACIONAL BENITO-JUAREZ, CIUDAD DE MÉXICO

Juan se reencuentra con Jessica en el área de salidas, ambos conversan sobre lo sucedido.



Jessica: ¿Qué pasó Juan? ¿No lograste alcanzarla?

Juan: No… el avión acaba de despegar…

Jessica: Ay Juan… (Triste)

Juan: ¿Por qué se fue así, sin siquiera decirme adiós a mí? ¿Acaso ya no le importo? ¿Qué pasa? No entiendo nada.

Jessica: Ya te dije antes que ni a mi me quiso contar sus razones. Sólo me puso de excusa que iba a ver a su tía Octavia porque está enferma y nada más.

Juan: Pues yo no me voy a quedar así… no señor.

Jessica: ¿Qué vas a hacer?

Juan: No lo sé, pero tengo que irme a España como sea, tengo que hablar con ella, no puede dejarme así sin más.

Jessica: Tengo una idea, ven y te platico mientras.


HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ, SONORA


En la mansión familiar, en el dormitorio de Diana, la perversa villana charla con su amante Cayetano.



Diana: ¿Tienes ya los documentos que te pedí?

Cayetano: Aquí están, mi chula (Entregándole un sobre grande)

Diana: Perfecto… (Sonríe, abre el sobre y lee unos papeles)

Cayetano: El notario no pudo hacer nada mejor, le pague su buena lana (dinero) para que quedara lo más legal posible.

Diana: Mmm… Te dije que debía poner sólo a Lorena y Álvaro como herederos, idiota.

Cayetano: Ya lo sé, pero el cretino este me dijo que se iba a notar mucho si sacábamos a Berenice del testamento.

Diana: Arggg, no se te puede encargar nada. Siempre tienes que meter la pata. ¡Hombres! (Enojada)

Cayetano: Míralo por el lado bueno, preciosa, tus dos hijos tienen dos partes de la hacienda, mientras que Berenice solo heredará una.

Diana: Yo sé, yo sé, pero ese no era el plan. Bueno, ya da igual. Ahora toca esperar un tiempo prudencial para que el testamento se abra y la familia conozca su contenido. Imagino que el notario se quedó con otra copia. ¿Cierto?

Cayetano: Sí, le pague bien para que guarde silencio, pero no te preocupes que si se le ocurriera irse de la lengua… No lo cuenta. (Sonríe con malicia)

Diana: Ay Cayetano, creo que por fin la hicimos. ¡Vamos a ser ricos! ¡Jajaja!!¡Al fin ricos! (Sonríe)



AEROPUERTO INTERNACIONAL BENITO-JUAREZ, CIUDAD DE MÉXICO

Jessica y Juan llegan a las taquillas de Aeroméxico, otra de las líneas aéreas que vuelan a Madrid desde el DF. Jessica habla con el chico del mostrador.



Jessica: Mire queríamos reservar un vuelo a Madrid para hoy, si puede ser…

Juan: ¿Pero Jessica, que haces? No puedo aceptar que…

Jessica: Tú cállate, y déjame a mí.

Chico: Hay un vuelo que sale dentro de tres horas, todavía quedan plazas disponibles. ¿A nombre de quien lo registro?

Jessica: Juan, Juan… ¿Cómo te apellidas?

Juan: Encinares. Juan Encinares Martín. (Dirigiéndose al agente de ventas)

Jessica: Espero que puedas encontrarla. Ahora te doy la dirección de su tía en Salamanca y te digo como llegar hasta allá. Espero no te me vayas a perder.

Juan: Está bien, tranquila, yo veré como hago al llegar allá.

Jessica: Y no te preocupes por el dinero del pasaje que te lo pago yo, nunca salgo sin mis tarjetas de crédito, mijo. Ah, pero eso, cuando vuelvas me lo debes eh, que es mucha plata y no soy el Banco Mundial. (Seria)

Juan: (Sonríe) Gracias, Jessica. No te preocupes, te lo devolveré con creces. De veras que no se como agradecerte que…

Jessica: No me las des, pero eso sí, hazme el favor de traerte a mi amiga de vuelta porque si no te mato, eh. (Burlándose)

Juan: Jajaja. Eso haré, no te preocupes. (Sonríe)



AL DÍA SIGUIENTE

SALAMANCA, ESPAÑA


Al otro lado del Atlántico, en la bonita ciudad castellana, Berenice llega a casa de su tía Octavia, un lujoso pero pequeño departamento en el centro de la ciudad. En el salón de la vivienda, la joven se saluda cariñosamente con su tía, la hermana de su difunta abuela Abigail.



Octavia: ¡Hija! ¡Pero qué alegría que ya estás acá! (Se besan en las mejillas)

Berenice: Hola tía… (Triste)

Octavia: ¿Qué te pasa mi vida? ¿Por qué esa cara?

Berenice: Nada, no es nada… sólo que estoy cansada del viaje, eso es todo. Tengo ganas de dormir todo el día.

Octavia: Anda, ven y siéntate conmigo. (Se sientan en el sofá) Cuéntame que tal todos por allá. Siento mucho no haber podido ir al entierro de mi hermana… No puedo viajar, me dolió mucho que tuvieras que pasar por eso tu sola.

Berenice: Lo sé, tía, no te preocupes.

Octavia: A pesar de que nunca nos llevamos bien del todo, yo la quería mucho, mi niña. Por cierto… ¿Qué tal sigue tu padre?

Berenice: Y ella a ti también. Mi papá en el hospital, aún en coma, ojala pronto despierte.

Octavia: ¿Qué pasó con Daniel? ¿Cómo es eso que rompiste con él? Si estabas a punto de casarte. ¿Qué ocurrió?

Berenice: Ay tía…

Octavia: ¿Qué pasa Berenice?

Berenice: Conocí un chico días antes de la boda, el caso que al principio solo le veía como un buen amigo pero luego…

Octavia: Ay mi niña… (Preocupada)

Berenice: Creo que me enamoré de él y… bueno, Daniel nos vio un día hablando en la hacienda y se puso como loco de celos, hasta me pegó y todo.

Octavia: ¿Quéee? ¿Cómo así que se atrevió a golpearte? ¡Pero bueno!

Berenice: Por eso fue que le dejé, bueno, para que mentir, por eso y porque me gusta mucho Juan.

Octavia: ¿Se llama Juan?

Berenice: Sí, tía, es uno de los peones de la finca. Si le conocieras… es tan bello, tan lindo… tan tierno… No se que me pasó con el pero desde que le conocí mi vida cambió totalmente.

Octavia: Mi vida… (Sonríe) A eso se le llama amor. Pero dime, hija, ¿El también siente lo mismo que tú? Porque el amor es cosa de dos personas…

Berenice: Siento que él me ama a mí más aun que yo a él. Cuando murió mi abuela tú no sabes como se portó de lindo conmigo, estuvo todo el tiempo apoyándome, consolándome, no se separaba de mi un momento.

Octavia: Eso es bueno, se nota que le importas y mucho por lo que me cuentas. (Sonríe)

Berenice: Yo le quiero tía, le amo, pero… no puedo estar con él. Es por eso que me vine a España.

Octavia: ¿Y eso? ¿Por qué no pueden estar juntos? Si ya no estás con Daniel, no entiendo nada.

Berenice: Ese es precisamente el problema, Daniel.

La señora se queda mirando a su sobrina, extrañada y a la vez sorprendida. Berenice hace silencio y doña Octavia la mira pensando que algo le está ocultando.


PUEBLO DE SANTA VICTORIA, SONORA, MÉXICO


En casa de Nicolás, el chico y su novia Carolina charlan acerca de una oferta de trabajo que le han ofrecido a Nico.



Carolina: ¿Dices que el trabajo ese es en Monterrey?

Nicolás: Sí, sería una gran oportunidad para mí. Es un trabajo en un centro ecuestre, dan clases de equitación, incluso podría competir en salto. ¿Qué te parece, mi amor?

Carolina: Pues… pues... ¿Qué me va a parecer? Es maravilloso, Nico. Es lo que tú siempre has querido.

Nicolás: La pena es que… bueno, tendremos que marcharnos de Santa Victoria.

Carolina: ¿Y para cuando tendrías que comenzar allá?

Nicolás: El director del centro me ha dicho por teléfono que lo más pronto posible, si no perderé el trabajo, porque hay otro chico que le interesa para el puesto.

Carolina: ¿Entonces que hacemos? Yo no puedo irme de la hacienda sin casarme antes contigo.

Nicolás: Pero ahora no se casa nadie por un embarazo, Carolina, podemos vivir juntos y luego ya se verá. Piensa en nuestro hijo, es por su futuro.

Carolina: Ay Nico…



SALAMANCA, ESPAÑA


En casa de doña Octavia, Berenice sigue conversando con su tía. Ambas en el salón del departamento, sentadas en el sofá.



Octavia: ¿Daniel? ¿Y que tiene que ver él en esto? No me digas que ha seguido molestándote todo este tiempo…

Berenice: Peor aún… me amenazó con matar a Juan si no le dejaba.

Octavia: ¿Quéee? ¿Pero qué estás diciendo, hija? (Se levanta del sofá)

Berenice: Lo que oyes, tía, Daniel me dijo que sino era para él tampoco lo sería para nadie. Por eso me tuve que venir porque si me quedaba, Juan no iba a dejar de buscarme en la hacienda y yo tenía miedo de que Daniel cumpliera sus amenazas.

Octavia: Pero mi niña, debiste avisar a la policía de esto, no sé… algo se podría hacer.

Berenice: ¿A la policía? Su tío es el jefe de policía del pueblo, no habría nada que hacer…

Octavia: Pero al menos debiste habérselo dicho a ese chico, ¿Juan dijiste?

Berenice: Sí, Juan.

Octavia: Mira hija… (Sentándose de nuevo a su lado) Yo pasé por algo parecido cuando era joven.

Berenice: ¿En serio?

Octavia: Sí, yo me enamoré de un hombre de clase humilde, un chico de Santa Victoria, pero cuando mi padre descubrió mi secreto, me obligó a venirme a España a estudiar y fue aquí donde conocí después a tu tío que en paz descanse.

Berenice: ¿Y nunca más volviste a saber de él? Digo, del chico aquel del pueblo.

Octavia: Supe que se casó años después pero… Nunca más le volví a ver. Cuando yo iba a México, que era cada cuatro o cinco años, nunca me atreví a ir a verle, por miedo.

Berenice: ¿Miedo a qué, tía?

Octavia: A la reacción de mi padre. El nunca quiso a Diego.

Berenice: ¿Se llama Diego?

Octavia: Se llamaba, por desgracia murió hace años, fue lo último que supe de él gracias a tu abuela, ella fue quien me lo contó.

Berenice: Lo siento… (Triste)

Octavia: Por eso no quiero que te pase a ti lo mismo. Yo fui muy feliz con tu tío pero… nunca pude olvidarme de Diego. El fue el amor de mi vida.

Berenice: Yo tampoco podré olvidarme de Juan.

Octavia: No, tú no vas a cometer el error que yo cometí a tu edad. Vas a volver a México y le vas a decir a ese chico toda la verdad, yo agradezco mucho que hayas venido a verme pero tu sitio está con el hombre que amas. Debes pensar en ti, hija.

Berenice: Lo sé, pero….

En ese momento alguien toca al timbre de la casa.

Octavia: Hija, me haces el favor de ver a ver quien es. La chica de servicio salió a comprar y…

Berenice: No te preocupes, yo abro. (Levantándose del sofá)

La joven se dirige al recibidor del departamento, Berenice abre la puerta y se encuentra de repente con Juan.



Berenice: Ju… Ju... ¡Juan! ¿Pero qué haces tú acá? (Extrañada)

Juan: Vine por ti. (Sonríe pero sus ojos delatan una inmensa tristeza)

Berenice: No, esto no es posible…

Su tía Octavia aparece en el recibidor y…

Octavia: ¿Quién es hija?

Juan: Hola señora, me llamo Juan, supongo usted debe ser la tía de Berenice. ¿Verdad?

Octavia: ¿Tú eres Juan? ¿En serio?

Juan: Sí, ¿Por qué? (Extrañado)

Octavia: Pero pásale, hijo, pásale, estás en tu casa. (Los tres entran al salón y toman asiento)



Berenice: Todavía no puedo creerme que hayas sido capaz de… (Alucinada)

Juan: Jessica me ayudó con el pasaje y tomé el siguiente vuelo.

Octavia: Ay, mijo, pues que bueno… (Sonríe contenta)

Berenice: Tía por favor (Mirándola le hace señas con la mirada, molesta)

Juan: Quiero que me digas por qué te fuiste así, sin despedirte de mí.

Berenice: Ay Juan, por favor…

Juan: Si fui capaz de cruzar medio mundo fue por ti, porque te amo.

En ese momento doña Octavia sonríe y se levanta del sofá.

Octavia: Bueno yo me voy a mi cuarto a leer un rato, les dejo solos, imagino que tendrán mucho de qué hablar. ¿Verdad Juan? (Le guiña el ojo de forma cómplice)

Juan: Sí, es verdad, gracias señora. (Ambos se quedan a solas en el salón)

Berenice: Juan… (Triste y a la vez apenada)

Juan: Quiero que me mires a los ojos y me digas por qué lo hiciste. ¿Acaso yo lo merezco? ¿Merezco que te fueras sin ni siquiera decirme adiós?

Berenice: Es que… (Bajando la mirada) Sé que fui una estúpida y que debí contártelo antes de decidir nada pero… la verdad, tenía mucho miedo.



Juan: ¿De qué?

Berenice: De Daniel, hace poco me dijo que si no te dejaba te iba a matar y yo…. Yo… (Rompiendo a llorar)

En ese momento el chico la toma de la carita con las manos y ella alza la mirada con lágrimas en los ojos.

Juan: Mi amor… (Emocionado)

Berenice: Yo no quería que nada malo te pasara… eres muy importante para mí.

Juan: Y tú para mí. (Sonríe, emocionado)

Berenice: Siento no haberte dicho la verdad, pero pensé que si me venía así te decepcionarías de mí y me olvidarías.

Juan: ¿Por qué lo hiciste? Sabes que no puedo vivir sin ti, que me haces falta. No hay segundo del día que no piense en ti. Te amo.

Berenice: Y yo a ti, Juan.

Juan: Sé que lo hiciste por protegerme, para evitar que me pasara algo malo pero ya estoy aquí contigo. Eso es lo único que importa ahora.

Berenice: Pero si Daniel se entera… (Preocupada)

Juan: No se tiene por qué enterar.



Berenice: Se dará cuenta de que ya no estás en la hacienda y va a pensar que tal vez…

Juan: No importa lo que piense ese desgraciado. No le tengo miedo.

Berenice: Pero yo sí… y no quiero que por mi culpa te haga algo.

Juan: Nunca más digas que es por tu culpa, es sólo culpa suya. Está loco.

Berenice: No quiero perderte… (Triste)

Juan: Anda, ven… (Abrazándola con ternura, acaricia su cabello y le da un beso en la frente)

Berenice: Nunca pensé que fueras capaz de venir hasta España… ¿Por qué lo hiciste?

Juan: Porque te amo… (Sonríe)

Ambos se miran emocionados y pero a la vez felices por estar juntos de nuevo. Juan la abraza contra su pecho, y ella le acaricia el cabello con cariño. El chico le limpia las lágrimas con su mano.

Berenice: ¿Y ahora que vamos a hacer?

Juan: Por lo pronto… si no fuera molestia, quisiera darme una ducha. ¿Será que puedo? Estoy agotado del viaje. No pensé que se tardara tanto.

Berenice: (Sonríe) Sí, claro que puedes. Estás en tu casa. Le pediré a mi tía unas toallas.

Juan: Te amo (Sonríe)

Berenice: Y yo a ti… (Sonríe, se besan)

En ese momento en que Juan la tiene abrazada junto a él, el chico le hace cosquillas en la cintura. Ella se ríe.

Berenice: Jajaja, ay ya no seas malo. No me hagas eso.



Juan: Tienes cosquillas, eh… tienes cosquillas… ¡Lo sabía!

Berenice: ¡Ya! ¡Déjame! Anda ve a ducharte, tonto, no cambias.

Juan: Tengo una idea…

Berenice: ¿Ah sí, cual?

Juan: ¿Quieres ducharte conmigo? (Guiñándole el ojo)

Berenice: ¡Eres un descarado, eh! (Lanzándole un cojín del sofá, le pega con otro)

Juan: Jajajajaja ¡OK! ¡OK! ¡Perdón! ¡Entendí! ¡Ya entendí!

Berenice: Bobo… (Avergonzada)

Juan: ¿A poco no te gustaría?

Berenice: ¡Juan! ¡Qué te puede escuchar mi tía! Calla ya.

Juan: Mmmm (Poniéndole morritos)

Berenice: Mmmmm (Conteniendo la risa, le da un beso)

La pareja se besa en el salón de la casa, Juan y Berenice se funden en varios besos, cada vez más y más intensos. Juan se apodera de su boca sin descanso. Ella responde con la misma pasión. Ambos se aman y no pueden estar separados. El chico la abraza de la cintura mientras se come su boca a besos, cada vez más profundos y apasionados. La joven se deja llevar y se entrega a su ahora novio. Justo en ese instante, doña Octavia les interrumpe.

Octavia: (Tosiendo) Ejem, ejem… Perdón que interrumpa…

Berenice: Ay tía, perdón, perdón, que vergüenza…

Juan: Discúlpenos… (Avergonzado, se separa de su novia)

Octavia: Nada, nada, no se preocupen, por mi no lo hagan. A mi edad ya he visto de todo. Eso no es nada, chicos, son jóvenes, es lo normal. (Sonríe)

Berenice: Tía... (Roja de la vergüenza)

Octavia: Por cierto, creo que les has dejado un regalito a tu chico, hija. (Señalando a Juan)

Berenice: Ay, lo siento mi amor… (Limpiándole a Juan los labios con la mano, le ha dejado marcado el pintalabios con sus besos)

Juan: Jajajaja. (Saboreando los besos de nuevo)

Berenice: Acabo de hablar con Juan y le he dicho lo que pasó.

Octavia: ¿Y que piensan hacer? ¿Se van a regresar a México?

Berenice: No, creo que por ahora lo mejor es quedarnos unos días acá y luego ya veremos.

Juan: Opino lo mismo… además ya que estoy en España me gustaría conocer algo.

Octavia: Pues mijo… has dado con el lugar indicado. Mañana Berenice te enseñará la ciudad, te va a encantar Salamanca. (Sonríe)

Berenice: Sí... (Sonríe)

Juan: Te amo (Sonríe, se besan) Te amo (se besan), te amo (se besan).

Mientras doña Octavia les mira feliz y contenta, Juan y Berenice se miran uno al otro y se sonríen, tomados de la mano. Juan le aparta el cabello de la cara a su chica y le da un beso en la mejilla. Ella se ruboriza, él sonríe.


CONTINUARA…



miércoles, 18 de julio de 2012

Capítulo 8: No te vayas



BERENICE

CAPITULO 8: NO TE VAYAS

HERMOSILLO, SONORA


En un conocido centro comercial de la capital, Berenice y su prima Carolina pasean mirando los escaparates de varias tiendas de moda. La joven le comenta sobre varias prendas y Carolina le señala otras. Justo en el mismo instante alguien las interrumpe, ambas se dan la vuelta y…



Lorena: Vaya, que coincidencia, Carolina… ¿También de compras por acá?

Carolina: Hola Lorena Sí, aquí andamos mi prima y yo. Queríamos ver algo de ropa para mi boda.

Lorena: ¿Te vas a casar? ¿Y con quién? Primera noticia que tengo.

Berenice: Eso no es asunto tuyo…

Lorena: Perdona, pero contigo no estaba hablando. (Molesta)

Carolina: Con Nicolás, uno de los peones de la hacienda.

Lorena: ¿En serio? No sabía nada… pues felicidades, Carol.

Berenice: De verdad que esto parece increíble, de todos los sitios de la ciudad tuvimos que toparnos aquí también contigo.

Lorena: Ay hermanita, no te pongas así, no es mi culpa. Además, nadie te ha pedido tu opinión.

Berenice: Mira Lorena, no empieces porque…

Lorena: ¿Porque qué? La calle es de todos y yo puedo ir donde se me pegue la gana. ¿Está claro? A ver si ahora te voy a tener que pedir permiso, solo faltaba.

Carolina: Bueno, ya por favor, no sigan. Siempre igual, de verdad.

Berenice: Es ella, que es un incordio. Siempre tiene que aparecer para molestar.

Lorena: Por cierto, Bere, me he enterado de que has roto con Daniel. Qué pena… (Burlándose)

Berenice: Eso no es asunto tuyo. Vámonos Carolina.

Lorena: No espérate porque me vas a escuchar. Lo sé todo.

Berenice: ¿De qué hablas?

Lorena: De lo tuyo con Juan, el nuevo. Chica, como que tú no pierdes el tiempo, a novio muerto, novio puesto… Eres una descarada, delante de todo el mundo en el porche de la casa, haciendo manitas… Qué poca vergüenza tienes.

Berenice: No me hagas hablar Lorena, porque la vamos a tener ¿eh?

Lorena: ¡Cállate! Como duelen las verdades, claro, ahora te las das de ofendida pero bien que andas coqueteándole al peón.

Carolina: Ya basta por favor, se nos queda mirando todo el mundo. (Avergonzada)

Lorena: No me importa, que miren, que se enteren hasta en la capital de la clase de mujer que es tu primita.

Berenice: No te consiento que me hables así. (Enojada)

Lorena: Tú no eres nadie para permitirme a mí nada. ¿Está claro? Ya el chisme anda en boca de medio Santa Victoria. Titular: Berenice Castilla-Alcaraz deja a su novio de toda la vida por un peón de la finca. Chica, ni de salir en el noticiero de María Celeste te vas a salvar.

Berenice: Más vale que te calles y no hables de lo que no sabes. Juan es mi amigo, nada más. Entre él y yo no hay nada de lo que estás pensando.

Lorena: Eres una cínica. A poco ya te habrás estado revolcando con él y todo. Con razón en el pueblo todo el mundo dice ya que eres una cualquiera.

Al mismo tiempo la morena se acerca para intentar pegarla una bofetada, pero Carolina se lo impide, sujetándola del brazo.

Carolina: ¡Berenice, por favor!

Berenice: ¡Déjame Carol! ¡Suéltame! (Mirando a Lorena) No te voy a permitir que me faltes al respeto, aquí la única regalada que hay eres tú.

Lorena: Jajaja, ay por favor, no me hagas reír… ¿Sabes qué? Que mejor me marcho. Pero una cosa antes te digo, a mí me gusta Juan y no te voy a dejar el camino libre con él. ¿Entendiste?

Berenice: ¿Qué? (Sorprendida) ¿Cómo así que te gusta Juan? (Celosa)

Lorena: Es un chico muy guapo… y sí, me gusta. ¿Algún problema con eso?

Berenice: Siempre fuiste una envidiosa.

Lorena: ¡Y tú una zorra!

En ese momento Berenice la sacude una fortísima cachetada. Lorena se lleva una mano a la mejilla.

Carol: ¡Prima!

Lorena: Esta te la devuelvo. Me las vas a pagar Berenice. (Amenazante)

Berenice: No te tengo miedo. (Desafiante)

Lorena: El día que Juan se enamore de mí y te deje botada como a un perro, me voy reír de ti en tu cara, naca, que no eres más que una naca con aires de grandeza. Pero ya vas a ver…

Berenice: Estúpida (Enojada)

Lorena: ¡Adiós! (Se marcha)


HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ


En el piso de arriba de la mansión, en el despacho de doña Abigail, Diana agarra un trapo y trata de borrar todas las huellas posibles del escritorio, la silla y diversos muebles. Cualquier prueba que pueda incriminarla. La villana toma el testamento y la carta donde se destapa todo su pasado y su auténtica identidad, acto seguido sale al pasillo.



Diana: Por fin tengo lo que tanto quería, el testamento del viejo… Ahora es cuando, ahora… (Sonríe feliz) Voy a llevar estos papeles a Cayetano para falsificar el testamento, es la única forma de hacernos con todo.

Mientras, en el jardín, Nicolás llega con una carretilla cargada de tierra para arreglar los arriates de rosas, pero justo cuando se dispone a comenzar su trabajo con una pala, Nico ve a lo lejos a doña Abigail tendida en el suelo sobre los restos de la mesa de cristal. El joven sale corriendo hacia el cuerpo sin vida de su antes patrona.



Nicolás: No… no… esto no puede ser… (Mirándola, sin dar crédito a la situación) ¡Juan! ¡JUAAAAAANNN! (Gritando a voces para llamar a su amigo) ¡Ayuda por favor! ¡Que alguien me ayude! (Desesperado)

Al mismo tiempo Juan aparece en el lugar, el chico se queda impactado al contemplar el cadáver de doña Abigail sobre la hierba, en mitad de un gran charco de sangre y multitud de cristales rotos.



Juan: Pero… ¿Qué ha pasado aquí, Nico? ¡Doña Abigail! ¡Señora! (Tomándole el pulso en el cuello…)

Nicolas: ¿Está viva? (Nervioso)

Juan: No lo sé… no tiene pulso… creo que… (Angustiado)

Nicolás: ¡Dios! (Llevándose las manos a la cabeza)

Juan: ¡Hay que llamar a una ambulancia! Apúrate, por lo que más quieras.

Mientras Nico toma su celular y marca el teléfono, Juan intenta que doña Abigail reaccione pero ya es demasiado tarde. Escuchamos música incidental.


PUEBLO DE SANTA VICTORIA


CASA DE JUAN

En la sala de estar de la humilde vivienda, doña María y su hija Sofía conversan, sentadas en el sofá.



Sofía: ¿Sabes algo de Nuria, mamá?

María: Todavía no, cariño. Ni habrán llegado a Ciudad de México aún.

Sofía: ¿Y por qué no vamos algún día a visitarla?

María: Hija, que más quisiera yo, pero no podemos, apenas si hay dinero para pagar la casa, comer y las facturas como para ir a México… (Resignada)

Sofía: La echo mucho de menos… (Triste)


HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ

En el jardín, Nicolás y Juan siguen junto al cuerpo de Abigail.



Juan: Todavía no entiendo qué ha podido pasar…

Nicolás: Debe haberse caído por el balcón, no hay de otra… La mesa está destrozada.

Juan: Dios mío, cuando Berenice se entere… (Nervioso) No puede ser… otra vez no… no…

Nicolás: Cálmate Juan, hay algo muy raro en todo esto, para mí que alguien está queriendo acabar con esta familia.

Juan: Berenice me dijo que el día de la boda un coche les sacó de la carretera, fue un atentado. Y esto…

Nicolás: No lo sé…

Juan: ¡Dónde está esa ambulancia, que no llega!

Nicolás: Están de camino, no creo que tarden mucho…

Juan: ¡Dame ese teléfono! (Marcando el número de Berenice)



HERMOSILLO, SONORA

En el centro comercial, Berenice y Carolina charlan sentadas a una mesa, en una cafetería. Suena el celular de la joven y…



Berenice: ¿Bueno?

Juan: ¡Berenice! ¡Berenice, mi amor, soy yo, Juan! (Nervioso)

Berenice: ¿Juan? ¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes esa voz? ¿Estás bien? (Preocupada)

Juan: Tú abuela se ha caído por el balcón, está muy mal…

Berenice: ¿Quéeee?

Juan: Nico y yo la encontramos en el jardín, no reacciona a nada.

Berenice: No, eso no puede ser… no… (Angustiada)

Carolina: ¿Qué ocurre Bere?



Juan: Acaba de llegar la ambulancia, te llamo más tarde. ¿Sí?

Berenice: ¡Mi abuela tuvo un accidente en la hacienda, Carol! (Y al teléfono) ¡Juan dime a que hospital la llevan!

Juan: Creo que al de Guaymas, tengo que dejarte. ¡Nico! ¡Avisa a doña Diana y a Álvaro, órale!


PUEBLO DE SANTA VICTORIA

En el bar del pueblo, Jessica y su novio Rodrigo platican a ambos lados de la barra. La profesora toma una coca cola mientras Rodrigo limpia la barra con un paño.



Jessica: Ay mi amor, estoy más contenta. Bere ha pedido la plaza de la escuela del pueblo. Con suerte y en septiembre estaremos dando clases juntas.

Rodrigo: Me alegro mucho, mi amor. Por cierto, ahora que terminó el curso… ¿Qué te parece si nos vamos unos días de vacaciones tu y yo?

Jessica: ¡Me encanta la idea! ¿Y a donde sería?

Rodrigo: A Santa Rosalía, en Baja California. ¿Qué opinas?

Jessica: ¡Divino! (Sonríe)


GUAYMAS, SONORA


HOSPITAL CENTRAL DE GUAYMAS

En la sala de espera del área de urgencias, Nicolás y Juan aguardan la llegada de Berenice y Carolina.



Juan: ¿Qué te dijo el joven Álvaro?

Nicolás: Ya Viene para acá, estaba en Santa Victoria con unos amigos.

Juan: ¿Y doña Diana?

Nicolás: Don Álvaro me dijo que no se encontraba en la hacienda, salió esta mañana para acá para Guaymas a ver a su marido. Supongo que estará aquí en el hospital.

Juan: Pobre Berenice… primero muere su abuelo, luego su padre queda en coma y ahora lo de doña Abigail…

Al mismo tiempo Berenice y Carolina aparecen en la sala de espera, nerviosas y preocupadas.



Berenice: ¡Juan! ¿Qué ha pasado? (Angustiada)

Juan: No lo sabemos, creemos que se cayó por el balcón y… (Triste y nervioso)

Carolina: Dios mío… esto parece una pesadilla…

Berenice: (Llorando) No puede ser cierto… no puede ser… (Abrazándose a Juan)

Nicolás: Berenice, tiene que ser fuerte. No se derrumbe ahora.

Mientras Carolina y Nico se miran sin decir nada, Juan y Berenice se abrazan. Ella llora desconsolada en sus brazos, mientras el chico le acaricia el cabello y le da un beso en la frente. Juan la adora y le duele verla sufrir porque la ama con toda el alma. En ese instante Diana hace acto de presencia en la sala de espera.



Diana: ¿Qué ha pasado, como ha sido?

Nicolás: Doña Abigail cayó desde el balcón en la hacienda.

Diana: ¡Virgen Santísima! ¡Pero eso es horrible! (Fingiendo angustia)

Berenice: Juan y Nico la encontraron en el jardín, dicen que no había nadie más en la casa.

Diana: Yo me vine esta mañana para el hospital a ver a Fernando, llevo todo el día aquí metida, no sabía nada.

Juan: No se preocupe, señora, ahora lo único importante es que doña Abigail esté bien.

Diana: Eso espero, Juan, eso espero… ¿Y Álvaro? ¿Dónde está mi hijo? ¿Y Lorena?

Carolina: Lorena esta en Hermosillo, nos la encontramos esta tarde en un centro comercial.

Juan: Y el joven Álvaro está de camino desde Santa Victoria, no creo que se demore mucho ya.

Berenice: Ay Diana… esto no puede estar pasando en nuestra familia… Parece como si nos hubieran echado una maldición.

Diana: Hija, hija… (Se acerca a abrazarla)

Berenice: (Llorando) Primero mi abuelo, luego mi papá, ahora mi abuelita… (Llorando deshecha)

Diana: (Abrazándola) Cálmate Berenice, tranquila cariño, tranquila… (Sonríe con malicia, pero nadie se da cuenta)

No terminan de hablar cuando un médico les interrumpe.

Doctor: ¿Familiares de Abigail Sandoval, por favor?

Berenice: Nosotros, yo soy su nieta. Mi nombre es Berenice.

Diana: Y yo soy su nuera, Diana Urquijo.

Doctor: Lamento decirles que no tengo buenas noticias… (Apenado)

Juan: ¿Qué? (Extrañado)

Doctor: Hicimos todo lo que pudimos pero era demasiado tarde, doña Abigail ingresó cadáver en este hospital.

En ese momento, Berenice siente que el mundo se le cae encima. Su abuela acaba de morir. Escuchamos música incidental.

Berenice: No… no puede ser… no… ¡NOOOOOOOOO!

La chica rompe a llorar, destrozada por la noticia, el impacto es brutal. Todos los presentes se miran entre sí sin poder creerse lo ocurrido. Berenice comienza a sentirse mal, la joven se desmaya y Juan tiene que sujetarla en brazos para impedir que se caiga al piso.

Juan: ¡Berenice!

Carolina: ¡Prima!

Nicolás: ¡Un médico por favor!

Juan: ¡Berenice, por favor! ¡Mi amor, reacciona! Háblame sí.

Diana: ¡Berenice, hija! Ay Dios mío… esto ha sido muy fuerte para ella, pobrecita…

Juan: ¡Por favor, que venga un doctor! ¡Deprisa!


AL DIA SIGUIENTE

CEMENTERIO DE SANTA VICTORIA

En el campo santo del pueblo se celebra el entierro de doña Abigail. Al sepelio acude toda la familia al completo, incluso Daniel, el ex novio de Berenice. Ante el féretro, junto a la tumba de la matriarca de la familia, todos asisten a este último adiós. Diana, Lorena, Álvaro, Carolina, Nicolás, Jessica, Cayetano, Juan y Berenice acompañados por casi 150 personas.



El ataud es bajado a tierra lentamente con una cuerdas con la ayuda por unos mozos. Berenice lanza una rosa amarilla a la tumba, mientras los enterradores realizan su trabajo. La joven no puede contener el llanto y se derrumba en el entierro. Todo el mundo permanece en silencio, mientras la escuchan gritar en una escena totalmente desgarradora.

Berenice: ¡Abuelaaaaaaa! ¡Abuelaaaaaaaa! (Llorando desconsolada)

Juan la abraza, intentando calmarla y tranquilizarla. Berenice, ataviada con unas gafas de sol y una coleta recogiendo su cabello azabache, está destrozada. Juan no puede evitar contener el llanto y sus ojos verdes se llenan de lágrimas.


UN MES DESPUES

HACIENDA CASTILLA-ALCARAZ

Ha pasado más de un mes desde la muerte de doña Abigail. Durante este tiempo Berenice ha seguido viéndose con Juan a escondidas. Berenice teme más a la reacción de Daniel que a la de ningún miembro de la familia. Por su parte, Carolina ya está de tres meses de gestación y comienza a notarse su embarazo. Nico y ella están muy felices pero todavía les queda anunciar su relación y su compromiso ante la familia.

En la mansión, Berenice se encuentra sentada en el sofá, leyendo una revista. Justo en ese preciso momento aparece en la estancia Daniel Miranda, su ex. El joven hacendado llega con un gran ramo de rosas rojas como regalo para ella.



Daniel: Hola mi amor…

Berenice: ¿Se puede saber que haces tú acá? (Dejando la revista se pone de pie)

Daniel: Siento mucho lo que pasó con tu abuela, estuve en el funeral pero creo que no me viste.

Berenice: No… ni siquiera estaba al pendiente de quién fue… Prefiero no recordarlo, fue un día horrible.

Daniel: Te traje estas flores, espero te gusten.

Berenice: ¿A qué viene esto, Daniel? ¿Me lo puedes explicar?

Daniel: No seas así, mi amor…

Berenice: No me digas mi amor, por favor… (Enojada)

Daniel: ¿Por qué? Antes te encantaba que te regalara flores y te dijera cariñitos.

Berenice: Tú lo has dicho, ANTES. Pero por si te has olvidado, te lo recuerdo yo. Entre nosotros no hay nada ni lo va a haber ya. ¿Está claro? Así que si has venido a pedirme perdón por lo que me hiciste aquel día, desde ya te digo que estás perdiendo tu tiempo.

Daniel: (Dejando las flores en una mesa) Yo te amo, y no puedo vivir sin ti… por favor, perdóname. Fui un necio, un inmaduro… (Acercándose a ella)

Berenice: No me toques, por favor, ni te me acerques… (Retirándose hacia atrás)

Daniel: Está bien, está bien… entiendo…

Berenice: Márchate de mi casa, por favor. (Indicándole la puerta con la mano)

Daniel: ¿Es por Juan verdad?

Berenice: No metas a Juan en esto.

Daniel: Claro, es por eso que me dejaste, no por la bofetada, sino porque estás enamorada de ese naco.

Berenice: No te permito que hables así de él.

Daniel: Hablo de él como me da la gana. Ese muerto de hambre sólo está burlándose de ti, no quiere más que tu dinero pero ya te darás cuenta, ya…

Berenice: Eso es mentira, Juan me quiere y para que te enteres, yo tambien le quiero a él. Juan no se parece en nada a ti.

Daniel: Obviamente que no… no me compares… (Sonríe vanidoso)

Berenice: Eres un creído… no sé que pude ver en ti, que ciega estaba, pero qué ciega.

Daniel: Te voy a decir una cosa y quiero que te lo tomes muy en serio… porque no estoy jugando.

Berenice: A mi no me amenaces ¿Quieres? Me da igual como te pongas porque no voy a volver contigo. Y si estoy con Juan o si dejo de estar no es problema tuyo. Tú y yo ya no somos nada.

Daniel: Te juro por lo más sagrado que si sigues con ese imbécil te vas a arrepentir.

Berenice: No te tengo miedo.

Daniel: Tranquila que a ti no te voy a hacer nada… pero una cosa te digo. O dejas a Juan…

Berenice: ¿O qué, qué vas a hacer? (Desafiante)

Daniel: Soy capaz de matarlo. (Amenazante)

Berenice: ¿Qué? (Alucinada)

Daniel: Lo que oíste. Tienes 24 horas.

Berenice: ¿Pero qué estás diciendo? ¿Te volviste loco o qué? Mira si esta es una de tus amenazas para que lo deje…

Daniel: Estás avisada. Me da igual si no quieres volver conmigo pero no serás de nadie más. Y ojo con contarle nada de esta conversación a nadie… mucho ojo…

Berenice: Estás mal… (Preocupada y asustada)

Daniel: Si sigues con él puedes estar segura de que no vivirá para contarlo. Te lo advierto. O le dices a ese tipo que no quieres saber nada más de él o te prometo que lo vas a lamentar.

Berenice: Eres un desgraciado…

Daniel: Tal vez, preciosa, tal vez, pero quien avisa no es traidor. Así que tú veras como le haces. Despídelo de la hacienda, dile que no le amas, lárgate a España, haz lo que te dé la gana. Pero si mañana no has roto con él, atente a las consecuencias. (Amenazante) Chao, mi amor… (Se marcha)

En la sala, Berenice se queda muy preocupada y angustiada. La chica no sabe si creerse las amenazas de Daniel. ¿Sería capaz de cumplirlas? ¿O será solo un pretexto para que rompa con Juan? La joven piensa en silencio y no sabe qué hacer, no sabe como reaccionar ante las palabras de Daniel.


AL DÍA SIGUIENTE

PUEBLO DE SANTA VICTORIA

En casa de Nicolás, Juan charla con su mejor amigo en compañía de Carolina, la prima de Berenice. Los tres platican en la sala de estar.



Carolina: Mi prima tiene pensado marcharse una temporada a España, Juan.

Juan: ¿Qué? ¿Y cuando va a volver?

Carolina: No lo sabemos, Juan.

Nicolás: Esta mañana temprano tomó un avión para el DF, creo que Jessica fue con ella.

Juan: No puede ser… (Alucinando) ¿Dices que se fue con Jessica al DF? Berenice no puede irse a España. No puede dejarme así. Ni siquiera se despidió de mí. ¿Por qué? (Triste y extrañado)

Carolina: Mira Juan, yo no puedo decirte mucho más apenas. Todo ha sido muy de repente, a mi me dijo que su tía Octavia está enferma y que se va unos meses allá con ella.

Juan: Pero, aún así, debería habérmelo dicho. Pensé que yo le importaba de verdad… (Triste)

Nicolás: Berenice te quiere, Juan.

Carolina: Claro, a mi me lo ha dicho. Estoy segura de te llamará y te dirá porque tuvo que marcharse así.

Juan: No, no puedo esperar tanto… Si se fue sin despedirse es por algo y tengo que saber por qué.

Nicolás: ¿Y que piensas hacer?

Juan: Ahora mismo me voy para mi casa y agarro cuatro cosas para marcharme a Guaymas.

Carolina: ¿Te vas a ir al DF tras ella?

Juan: ¡Y a España, si hace falta! (Se marcha cerrando la puerta de la casa)



CIUDAD DE MÉXICO


COLONIA EL PEDREGAL

En una de las mansiones más lujosas de la capital azteca, Berenice y su amiga Jessica conversan en el cuarto de la joven. La casa es la residencia de la familia cuando viajan al DF y donde vivían Fernando, Diana y Lorena antes de mudarse para Sonora. En la recámara Berenice termina de arreglarse, mirándose a un espejo de pared.



Jessica: Sigo pensando que esto es una locura…

Berenice: Tengo que irme, es mejor así.

Jessica: ¿Pero por qué? ¿No decías que estabas enamorada de Juan? No te entiendo.

Berenice: Y lo estoy pero… (Triste)

Jessica: Ay Bere, ay Bere… ¿Pero y qué me dices de tu papá?

Berenice: Yo sé, amiga, mi papá sigue en el hospital en coma y no podemos hacer nada. Llevo un mes yendo a diario a Guaymas, Diana se pasa la mitad del tiempo allá.

Jessica: Ojala pronto saliera de ese estado… Desde que murió tu abuela esa casa ya no es la misma que era.

Berenice: Diana y Cayetano saben como llevar la hacienda y por la empresa no te preocupes. Álvaro se va a hacer cargo ahora que regresó de Estados Unidos.

Jessica: Bueno, está bien… como tú quieras, pero que conste que yo no estoy de acuerdo con esta decisión. Todavía no me has dicho por qué no te has despedido de Juan.

Berenice: No puedo decirte eso, lo siento.

Jessica: Bere, amiga…(Triste)

Berenice: Perdóname, Yessi, por favor (Se le saltan las lágrimas) No puedo…

Jessica: Prométeme que vas a regresar pronto. ¿Sí?

Berenice: Y tú prométeme que me irás a visitar a España, ya sabes que allá tienes tu casa.

Jessica: Lo sé, amiga. (Se abrazan emocionadas)



PUEBLO DE SANTA VICTORIA

CASA DE JUAN

En su dormitorio Juan termina de hacer la maleta, su madre entra en el cuarto para hablar con él.



María: Te gusta mucho esa chica, ¿Verdad? (Triste)

Juan: Estoy enamorado, mamá. No puedo dejar que se marche del país sin darme una explicación. Algo ha pasado y tengo que saber qué es.

María: Y no has tratado de llamarla por teléfono… no sé…

Juan: No me responde a las llamadas, llevo toda la tarde intentándolo y no hay manera.

María: Hijo… (Con lágrimas en los ojos)

Juan: Yo la quiero, mamá.. (Cerrando la maleta) La amo, y estoy dispuesto a lo que sea por estar con ella.

María: Pero a España… Juan, ese país esta muy lejos y tú nunca has salido de Sonora.

Juan: No me importa, yo veré como hago.

María: Si apenas tienes dinero para el autobús al DF… Además no se si te va a dar tiempo a llegar.

Juan: El avión de Berenice sale mañana en la tarde. Si agarro el camión (bus) ahora mañana estaré en el DF.

María: Ojala puedas alcanzarla a tiempo, mi amor. (Sonríe) Te quiero mucho, hijo.

Juan: Y yo a ti, mamá, lo sabes. (Sonríe y se abrazan, Juan besa a su madre en la mejilla)


AL DIA SIGUIENTE

AEROPUERTO INTERNACIONAL BENITO-JUAREZ, CIUDAD DE MÉXICO

En el área de salidas, Jessica intenta evitar que Berenice se marche a España. Junto al control de acceso de pasajeros, ambas platican.



Jessica: Dime la verdad. ¿Qué pasa?

Berenice: No puedo quedarme amiga, apenas hace un mes que terminé con Daniel y lo que quiero ahora es olvidarme de él... Lo menos que me apetece es iniciar una relación con nadie en este momento. Lo siento (Triste)

Jéssica: ¿Pero y por qué no le das una oportunidad a Juan? Ese chavo se muere por ti. Dijiste que te gustaba. !Eres tonta! Si te vas lo perderás para siempre.

Berenice: No quiero que se ilusione más conmigo... Es lo mejor. Además mi tía Octavia está enferma y voy a quedarme una temporada con ella en España... No sé cuando voy a volver... ni siquiera sé si voy a regresar a México.

En ese momento se escucha por megafonía la llamada del vuelo.

Voz: Pasajeros del vuelo IB6289 con destino Madrid, embarque por puerta 12 A. Pasajeros con destino Madrid, puerta 12A

No muy lejos de ellas, Juan llega corriendo al aeropuerto. ¿Conseguirá impedir que la joven se vaya?



Juan: ¡Berenice! ¡Berenice! (Gritando entre la multitud de personas del aeropuerto)

En el control de pasajeros, Berenice lo ve a lo lejos y se pone muy nerviosa.

Jessica: ¡Ahí está! Juan ha venido por ti. No te vayas amiga, no te vayas.

Berenice: No puedo Jessica, no puedo… (Agarrando su equipaje de mano y el bolso y cruzando el control de policía).

Entre el gentío que abarrota al área de salidas del aeropuerto, Juan intenta por todos los medios llegar a los controles. El chico intenta abrirse paso entre la multitud, llamando a Berenice a voces. La joven ya ha cruzado el acceso a las puertas de embarque. Jessica la despide desde el otro lado con la mano, ambas amigas rompen a llorar. En ese mismo momento Juan llega junto a Jessica, pero Berenice ya se ha ido.

Juan: ¡Jessica, Jessica! ¿Dónde está Berenice?

Jessica: Ay Juan… (Triste, entre lágrimas)

Juan: ¿Por qué se va? ¿Por qué? (Preocupado) ¿Qué pasa?

Jessica: No lo sé, Juan, ni siquiera a mi me lo ha querido decir…

El chico no se da por vencido y habla con un policía.

Juan: Por favor, déjeme pasar, tengo que hablar con una persona.

Policía: Lo siento joven, pero sin tarjeta de embarque no puede pasar los controles.

Juan: ¡Pero es que la mujer que amo va a tomar un avión, tengo que hablar con ella antes de que se marche, por favor!

Policía: Le he dicho que no es posible, lo siento mucho.

A lo lejos Berenice voltea y ve a Juan junto Jessica en el control policial. La joven deshecha en lágrimas trata de seguir adelante hacia su puerta de embarque. En los controles Juan grita desesperado. Dos policias tienen que sujetarlo para impedir que cruce al otro lado.

Juan: ¡BERENICEEEE! ¡BERENICEEEE, MI AMOR! ¡NO TE VAYAS, NO ME DEJES! (Rompiendo a llorar) ¡TE AMOOOO! ¡TE AMOOOOOOOOOO! (Llorando)

CONTINUARÁ…